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Las enseñanzas de Don Gustavo
Llevando las lecciones del fundador de la Universidad de la Tierra al mundo
By Alberto Ruz Buenfil Posted in Activismo, Cambio social, Educación alternativa on 3 abril, 2022 One Comment
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Dedico estas líneas de despedida a Gustavo Esteva, un ejemplar maestro de vida, quien, como su amigo y filósofo contemporáneo Iván Illich, se atrevió a poner en práctica y experimentar revolucionarios sistemas de educación integral. Su obra pionera estuvo dirigida sobre todo a “los de abajo”: campesinos, indígenas, jóvenes revolucionarios y exguerrilleros.

No voy ni a hacer una biografía de Gustavo, tarea que ya están haciendo varias personas que lo trataron más de cerca y lo conocieron mucho mejor que yo, sino que voy a escribir algunos episodios de lo que su vida influyó en la mía, y para ello voy a redactar esta CARTA A GUSTAVO que sirva para ilustrar de qué manera he logrado poner en práctica lo que aprendí de él desde que supe de su existencia y su incansable labor en esta vuelta por la vida. 

Fuente: Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria O.P. A.C.

Querido Gustavo;

Quisiera contarte algo de mi camino de vida desde que nos conocimos, ya que no tuvimos la oportunidad de encontrarnos en los últimos años.

Desde que abandoné la formación profesional que me ofrecía la UNAM en 1968, habiendo iniciado sin concluir ninguna, carreras como la ingeniería química, la economía, ciencias políticas, psicología y filosofía, y que comencé a leer algunos textos de Iván Illich que anticiparon su libro: “La Sociedad Desescolarizada,” además de recibir de mi primo Claude Lasterade el radical ensayo “la Miseria en el Medio Estudiantil” de los Situacionistas Guy Debord y Raoul Vaneigem, que traduje y divulgué precisamente en el 68´, me quedó claro como a Illich y a ti, que mi camino no sería la profesionalización, sino como ustedes, el de la desprofesionalización.   Siguiendo ese camino, y después de descartar las vías del “éxito neoliberal,” de la política partidaria y de la guerrilla guevarista, años después de más de una década recorriendo muchos mundos, en vías de encontrar alguna opción diferente, en 1982, con un grupo internacional de artistas y activistas sociales, fundamos una comunidad tribal en las laderas de la sierra del Chichinautzin, estado de Morelos, llamada Huehuecóyotl, con el intento de poner en práctica y vivenciar lo que sería un radical cambio de vida una vez que agregamos al nomadismo, el arte escénico y el activismo social, las prácticas de la ecología.

Círculo de talleristas en la ecoaldea Huehuecóyotl ecovillage. Foto cortesía: Alberto Ruz Buenfil.

Varios de nuestros nuevos vecinos y amigos comenzaron a relatarnos sus experiencias en Cuernavaca en el Centro Integral de Documentación (CIDOC), fundado precisamente por Iván Illich, Centro que desafortunadamente había desaparecido en el 1976, varios años de nuestra llegada a Tepoztlán, aunque varios de ellos habían participado y seguido implementando sus tesis y propuestas. Entre ellos, aunque no hiciste parte del CIDOC según he leído, el más reconocido fuiste tú, querido Gustavo, padre de una de nuestras nuevas amistades en Tepoztlán, de la cual ahora ya no recuerdo su nombre. 

Nuestro propósito desde el inicio no era ni es hasta la fecha para algunos de los sobrevivientes ideológicos de los principios en los que creíamos en 1982, que nuestra aldea Huehuecóyotl fuera tan solo un pequeño paraíso privado para nosotros y nuestros descendientes, sino el de crear una red de proyectos similares. Por eso, con un pequeño grupo de los nuevos comuneros de Huehuecóyotl, entre ellas muy especialmente mi compañera Sandra Comneno, una cofundadora de la aldea, decidimos lanzar los primeros números de una pequeña revista artesanal, impresa en un mimeógrafo manual y un esténcil, ya que por los primeros 5 años de nuestro asentamiento en una parcela de 2.5 hectáreas no contábamos con electricidad.

La revista, que primero llamamos “Las voces del Viejo Coyote,” y después “ArcoRedes,”comenzó a atraer a los primeros ecoactivistas y grupos afines que empezaron a surgir en México, con quienes nos unimos como una cooperativa editorial que empezó a extenderse en otros estados, y que posteriormente atrajo a otras iniciativas similares en Europa y los Estados Unidos.

Para entonces, ya contábamos con electricidad y la calidad de la revista fue paulatinamente mejorando, autofinanciada por cada uno de los grupos o asociaciones comprando una o dos de sus páginas, para compartir sus experiencias con los demás y para dar a conocer las problemáticas ambientales y algunas de sus soluciones en sectores más amplios de la sociedad. La red que surgió de estas alianzas se llamó Red Alternativa de E/COmunicacciones, y una más elegante versión de nuestra revista que bautizamos “Arco Redes, red de lo pequeño y natural.”

Podemos sin jactancia afirmar que éste fue el inicio del incipiente movimiento ecologista autónomo que estaba surgiendo en México, que a tres años de haberse sembrado las primeras semillas en Huehuecóyotl, logró realizar con la Red Alternativa en 1985 el primer, y hasta la fecha único, Encuentro Nacional de Grupos Ecologistas en el país del que tenga memoria. Estos pasos permitieron compartir experiencias realizadas, que fueron las bases a que posteriormente algunos de sus integrantes crearan tanto el Pacto de Grupos ecologistas, una asociación llamada “Movimiento Ecologista Mexicano,” e incluso el Partido Verde mexicano. Con estos dos últimos no me siento realmente hasta la fecha identificado para nada.

Sin embargo, la cooperativa editorial no pudo seguir haciendo su labor por falta de financiamiento, aunque algunos de sus adherentes continuaron publicando “ArcoRedes, red de lo pequeño y natural” por varios años con anuncios de pequeñas empresas que comenzaron a comprar espacios comerciales en sus páginas para promover y vender sus productos, siempre amables con el Ambiente.

Personalmente comprendí que no era posible seguir en esa marginalidad de alcances, y empecé a intentar publicar mis artículos en algunas revistas o periódicos de tiraje y alcance nacional, encontrando que ninguno de estos medios, de derecha o de izquierda, tenía interés en las temáticas ambientalistas o ecologistas, que no es lo mismo. Como lo llegué a definir en esos tiempos, la “Ecología era casi una mala palabra,” y los artículos eran sistemáticamente rechazados y tachados de “apocalípticos o alarmistas.”

Fue entonces que en el año 1984 me cayó en las manos una copia del suplemento semanal del diario “El Día,” llamado “El Gallo Ilustrado” y supe que el director del mismo eras nada menos que tú Gustavo, quien desde entonces considerábamos ser nuestro “hermano mayor,” mentor y Maestro.  El “Gallo” fundado en 1962, enfocado en la literatura, las ciencias, artes plásticas, teatro y cine, y el único que estaba entonces publicando los primeros artículos de autores y activistas eco-sociales que tenían que ver precisamente con abordar estas temáticas hasta ahora despreciadas por el resto de la gran prensa nacional. Entre sus colaboradores contabas con articulistas de gran reconocimiento, y personalidades como André Gorz, Iván Illich, Kostas Axelos, Jean Robert, Valentina Borremans, Pierre Clastres, Mark Kinney, Gunther Hoffman, Wolfang Sachs, Satish Kumar, Verónika Bennholdt-Thomsen, Robin Roy, Arne Ness, Michael E. Souli, y Roberto Aitken Roshi.

Además de los mencionados, quiero mencionar también a algunos colaboradores con quienes tuve una conexión personal, como Garrick Beck, hijo de los creadores del Living Theater, Julian Back y Judith Malina y pionero del Movimiento del Rainbow Nation Without Borders;  Charlene Spretnak, cofundadora del Partido Verde de Canadá; Gary Snyder y Murray Bookchin. De estos dos últimos, Bookchin fue el primero de los historiadores, ideólogos, activistas y teóricos eco-anarquistas, autor entre otros de los libros “Post Scarcity Anarchism” y la “Ecología de la Libertad,” y originador de la corriente de la Ecología Social, quien se convirtiera en mi mentor y amigo en 1968, cuando nos conocimos en los movimientos contraculturales del 68´ en Nueva York, y con quien mantuviera desde entonces un enriquecedor diálogo. Nos reencontramos un año después en el Ponte della Ghisolfa, sede de la revista anarquista “A,” ubicada en la ciudad de Milán, con la que tanto Bookchin como yo colaborábamos, siguiendo nuestro intercambio epistolar hasta pocos años antes de su fallecimiento en 2006.

El segundo, Gary Snyder, quien sigue siendo uno de mis grandes héroes culturales, el poeta-profeta Beat del movimiento comunitario y el nuevo tribalismo en Norteamérica, también una muy importante fuente de inspiración, con quien departimos una inolvidable noche varios de nosotros en tono de una fogata y su hogar en el estado de Nevada, y del cual mi compañero de viajes Andrés King, ahora vecino y cofundador de Huehuecóyotl, publicó un libro de poemas en la editorial de la UNAM.

Fui de inmediato a verte como recordarás, y te conté todo lo que veníamos haciendo desde 1982, así como de las dificultades que había encontrado para seguir sosteniendo una revista alternativa en esos años. Después de escucharme pacientemente, me ofreciste añadir una nueva sección del suplemento literario del Gallo Ilustrado, que obviamente acepté encantado, encontrando de esta manera la forma de finalmente poder llegar a mucho más lectores, ecoactivistas y grupos interesados en esos tiempos en la Ecología, no solo en el DF sino en todo el resto del país. 

“Coyote” Alberto Ruz Buenfil mostrando sus libros más recientemente publicados. Foto cortesía de Alberto Ruz

La nueva sección, que consideré como un “asilo literario”, sería una extensión de nuestras primeras revistas artesanales y de ArcoRedes, y que bautizamos Sandra Comneno y yo como “Espacios de Libertad,” a la que invité de inmediato a colaborar a algunos de los más visibles y coherentes voceros del incipiente movimiento ecologista mexicano, principalmente de los provenientes del Pacto de Grupos Ecologistas y del colectivo Grupo de Estudios Ambientales de Tlalpan. Primordialmente, además de ti, Gustavo, a Jean Robert; Alfonso González Martínez; Margot Aguilar R.; Luis López Llera, Regina Barba, Alejandro Calvillo Unna y José Arias Chávez, a los que sumaron también Sergio Jácome, Christopher Flavin, Pablo León Juárez y Mónica Navarro Ruiz,  entre otros.

Nos diste entonces la libertad absoluta de incluir todos los artículos que íbamos recibiendo Sandra y yo, de autores y ecoactivistas mexicanos, y de textos que nos enviaban ecoactivistas de Europa y Estados Unidos y que nosotros nos encargábamos de traducir.          

En el número 1146 del “Gallo Ilustrado,” en junio de 1984, publiqué mis dos primeros artículos, “Huehuecóyotl; el camino de la u-topia a la ecotopía” y “El Teatro y su Unidad,” y desde ese año continué colaborando periódicamente contigo, hasta el año 1988, en el número 1353, tanto como articulista y en ocasiones también como caricaturista y fotógrafo, llevando la coordinación de los Espacios de Libertad con Sandra, ambos exponentes de las experiencias que entonces llamábamos “Laboratorios de la Utopía.”

Fuente: Facebook de la Universidad de la Tierra

En el año 1983, nuestros mutuos amigos y compañeros de lucha milaneses del Ponte della Ghisolfa publicaron un libro precisamente titulado Laboratori d´utopia de Ronald Creagh de la editorial A Antistato; inspirada entre otros por Murray Bookchin y Paul Goodman y con la cual yo colaboraba desde 1979, en el cual se incluyó un capítulo de mi autoría, “Dopo il 68,” Después del ’68, un viaje en el archipiélago comunitario de los Estados Unidos”. 

Un par de años más tarde, en el 86’, a raíz de la catástrofe de Chernóbil en la Unión Soviética, Sandra y yo hicimos un recorrido por una gran parte de los países europeos, para recoger testimonios de las acciones de docenas de grupos y movimientos anti-nucleares, que fueron publicados en el Gallo Ilustrado en la sección de Espacios de Libertad y en la Casa del Tiempo de la Universidad Autónoma de México, que fueron acogidos también por su director, amigo y compañero de luchas, Javier Sicilia.   

Gustavo Esteva hace una pausa para una foto afuera de la Universidad de la Tierra, que él fundó en Oaxaca. (Fuente: Facebook)

Volví a coincidir contigo, querido Gustavo, en 1994, durante la Convención Nacional Democrática convocada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, o EZLN, realizada en San Cristóbal Las Casas y en el campamento zapatista de “La Realidad” Chiapas, a la que asistí como delegado acompañado por una joven activista, coordinadora de la revista ArcoRedes, Paula Willis, representando y aportando un documento colectivo del movimiento ecologista de Morelos a las discusiones para elaborar una nueva Constitución Nacional.

Estabas en esos años fungiendo como un intermediario en las negociaciones entre el gobierno federal y el EZLN para que los Acuerdos de San Andrés Larraínzar, firmados en 1996, fueran respetados y garantizados los derechos de los pueblos indígenas, sus tierras, territorios, usos y costumbres y su autonomía. Como siempre Gustavo, un Quijote en la primera línea de las luchas por todas las buenas causas.

En el verano de ese mismo año, partí de Huehuecóyotl y de México, con una quincena de tripulantes-voluntarios a bordo de un viejo autobús convertido en una casa común-rodante, proyecto que llamamos la Caravana Arcoiris por la Paz, con el propósito de realizar un viaje por tierra hasta la Tierra del Fuego, para compartir nuestras experiencias comunitarias y educativas en México, llevando la voz de un Consejo de Naciones Indígenas reunido en Guatemala, conformado por representantes de sus naciones en las Américas o Abya Yala, y como un brazo itinerante de la Red Global de Ecoaldeas (GEN por sus siglas en inglés) para difundir y apoyar a las primeras experiencias eco-comunitarias del continente.

Caravana atravesando tierras desertificadas en el norte de Perú. Foto cortesía: Alberto Ruz Buenfil

A nuestro paso por Palenque-Chiapas, recibimos una invitación del EZLN para participar en el Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo (también conocido como el Encuentro Intergaláctico) en algunos de los “Caracoles” que se habían instaurado en territorios Zapatistas y en La Realidad, sede de la cabecera del EZLN. Después de pasar unos días con los compas del caracol “Roberto Barrios” nos internamos en la selva con nuestra nave madre, “La Mazorca,” y permanecimos acampados en La Realidad en una colina vecina al campamento donde más de 3,000 delegados ya se encontraban preparándose para el arribo del Comité  Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI) y el Subcomandante Marcos.

Taller de ecoaldeas en Viña del Mar, Chile. Foto: Alberto Ruz Buenfil

Nuestro campamento fue diseñado como un modelo de lo que después por 13 años seguiríamos replicando y mejorando con la Caravana en 17 países de América Latina, con todos los elementos de un “asentamiento temporal,” provistos de ecotecnias cuidadosas de nuestro impacto con el entorno natural y cultural de cada uno de los cientos de poblados, comunidades indígenas, favelas, quilombos afro-brasileños, pueblos, barrios y ciudades donde pasamos un tiempo ofreciendo cursos, talleres, conferencias, conversatorios, festivales y ceremonias, pero sobre todo conviviendo y aprendiendo diariamente con sus habitantes, de todas las etnias y edades.

La Caravana fue escogida en el año 2000 por la Red Global de Ecoaldeas como un Centro de Vivencias y Aprendizajes (Living and Learning Center) en Colombia y como su primer modelo de ecoaldea itinerante para poner en práctica las tesis y prácticas libertarias de Iván Illich, Paulo Freire, Paul Goodman y sobre todo las tuyas.

Taller de abrazoterapia en una favela brasileña. Foto cortesía: Alberto Ruz Buenfil

En Brasil, donde la Caravana permaneció cuatro años gracias al apoyo del Ministro de Cultura Gilberto Gil, recorrimos gran parte de su vasto territorio, visitando e interactuando con más de cien Puntos de Cultura Viva, casi todos comunidades muy marginadas ubicadas en las zonas menos atendidas por ningún programa gubernamental en toda la historia del país, y puedo añadir en toda América Latina. 

Comunidades que habían preservado sus propias expresiones culturales y espirituales, tradicionales y emergentes y que seguían siendo prácticamente invisibles para la mayoría de los mismos brasileños, y dando visibilidad a una extraordinaria diversidad de grupos que incluía a cientos de miles de habitantes de docenas de pueblos y naciones indígenas originarias, quilombos afro y favelas de las grandes megalópolis brasileñas. 

Aprendiendo y enseñando, siguiendo tu ejemplo, Gustavo, y que después pusiste en práctica en Oaxaca, Chiapas y demás estados de México y otros países Latinoamericanos hasta donde llegó tu influencia revolucionaria y ejemplo.

En el año 2007 fuimos escogidos y honrados con el Premio Escola Viva en Belo Horizonte por el Presidente Lula y su Ministro Gilberto Gil, como uno de 60 proyectos de la Red Escuelas Vivas, el único compuesto por una tripulación de aprendices y facilitadores internacionales, y además el único itinerante, quienes hemos seguido tus pasos y sobre todo las lecciones de bioeducación que tanto tú como Paulo Freire nos dejaron como sus principales legados a lo largo de sus vidas.

Ecoaldea itinerante. Caravana Arcoíris. Foto cortesía: Alberto Ruz Buenfil

La Caravana concluyó su estancia, no sólo en Brasil sino a lo largo del Continente, por trece años y recorriendo 17 países de Centro y Suramérica, montando una Eco-Aldea temporal de Paz en el marco del Foro Social Mundial de Belem de Pará, Amazonia, en 2009, encuentro que recibió a más de 100,000 activistas sociales y ecologistas provenientes de 142 países, seis presidentes Latinoamericanos, miles de indígenas y de periodistas de todo el mundo y otro tanto de voluntarios. La ciudad-puerto de Belém, Pará fue literalmente “tomada” por un par de semanas por cientos de campamentos de participantes, pero la Ecoaldea Temporal de Paz, que albergó a 2,500 personas, fue el único con diseño y criterios ecologistas de todo el magno evento, tal y como lo realizamos por primera vez en La Realidad en 1996.

A mi regreso en 2009 a México, 13 años después de mi partida, fui invitado a continuar una labor similar en 10 pueblos, barrios y colonias de la Delegación Coyoacán en el Distrito Federal, gracias al apoyo de la entonces directora general de Cultura Laura Esquivel hoy nombrada Embajadora de México en Brasil, y de su subdirector, el historiador y autor Antonio Velasco Piña. Después de consultarlo con un equipo de facilitadores, les ofrecimos un proyecto para presentar una formación teórica, práctico-vivencial a más de 450 Promotores de Ecobarrios, de todas las edades que se interesaron en participar en el programa, replicando el trabajo realizado en 1994 durante la administración del alcalde Antanas Mockus, filósofo, matemático, político y educador, ex rector de la Universidad Nacional, por haber apoyado la creación de una docena de Ecobarrios en la ciudad de Bogotá.  

En estos últimos años, en una gira de presentaciones y conferencias en varios estados del Sur de México y pasar por Oaxaca en 2012, aproveché visitarte en la sede de la Universidad de la Tierra o  Uniterra, inspirada por ti, querido Gustavo, un excepcional proyecto de educación, como siempre para los “de abajo.” El ejemplo de ese resultado, que surgió de la iniciativa de una coalición de organizaciones civiles, maestros y promotores indígenas de Oaxaca, ha servido entre otros logros a ser replicado en Chiapas, Puebla y California, siguiendo las bases de un modelo de educación desprofesionalizada, como tú mismo lo bautizaste.

Estrategia caravanera para ingresar a una favela. Foto cortesía: Alberto Ruz Buenfil

No sabíamos que sería la última vez que nos encontraríamos en ésta dimensión humana, pero en el 2016, un pequeño grupo de compañeros de camino visionarios, entre los cuales César Daniel González, Salomón Bazbaz, Verónica Sacta, Tiahoga Ruge y Arnold Ricalde, convocamos y organizamos el 1er Foro Internacional por los Derechos de la Madre Tierra en la ciudad de México, para lo cual te extendimos una invitación especial como uno de los más lúcidos, coherentes, y valerosos eco-educadores y activistas sociales de México.

No pudiste acudir, pero tuvimos, entre medio centenar de artivistas, como muchos nos identificamos, más de 10,000 asistentes, tanto al Foro temático, el Pachamama Fest y el montaje de una Aldea temporal de Paz en el Parque México de la Colonia Condesa de la Ciudad de México, y contando con el apoyo de cientos de voluntarios. Llegaron al Foro nada menos que Leonardo Boff de Brasil, Vandana Shiva de la India, Mateo Castillo de la Carta de la Tierra México, Natalia Green y Esperanza Martínez Yáñez de Ecuador, Ati Quigua de Colombia, María Sánchez de Harmony with Nature de las Naciones Unidas y Saamdu Chetri de Bután entre otros. Al 1er Foro le ha seguido el 2º en Sao Paulo, Brasil, el 3º en Bogotá en Colombia y el 4º que se realizará en Santiago de Chile para llevar este año 2022, a su nueva Constitución Federal varios artículos para reconocer y adoptar para los Derechos intrínsecos de la Naturaleza/Madre Tierra.

Caravana en Brasilia con el ministro de cultura Gilberto Gil (el único que lleva saco y corbata). Foto cortesía: Alberto Ruz Buenfil.

Esta iniciativa, en la cual trabajamos arduamente Verónica Sacta y yo desde nuestro paso con la Caravana Arcoíris en 2005, y años después a nuestro regreso en 2018, acaba de lograr que los nuevos integrantes de la Convención Constituyente fueran una mayoría de ellos ecologistas o ambientalistas, así como por primera vez en la historia de Chile, un número paritario de mujeres y hombres, así como que 17 escaños fueran reservados para los pueblos indígenas.

El 11 de marzo de 2022, fue elegido con una gran mayoría de votos el candidato Gabriel Boric, de 36 años, representando a una generación post-pinochetista y neoliberal, y el 25 del mismo mes, la Convención aprobó siete nuevos artículos de nueve presentados, entre ellos, la histórica decisión de reconocer los Derechos de la Naturaleza/Madre Tierra, la protección del Ambiente y la biodiversidad natural, así como medidas para enfrentar la crisis climática y ecológica, y promover la democracia ambiental y los derechos de los animales.     

Para ir cerrando esta larga epístola, como corresponde a quienes ya hemos recorrido como tú, querido Gustavo, muchos caminos, me está tocando ahora a mí ser el mentor de los que vienen. Tú lo has sido y seguirás siendo ahora y siempre para miles y para mí por lo que me falte para alcanzarte en años de vida, no en la estatura moral que tú has alcanzado. 

Eres, has sido y serás uno de los mayores ejemplos en toda Latinoamérica de quienes hemos seguido tus pasos, y te agradezco, en nombre de todos, donde quiera que estés, por haber dejado tus huellas bien claras e indelebles por la piel de nuestra casa y madre común, para poderlas seguir caminando.

Gracias por todo.

Siempre, Coyote Alberto Ruz Buenfil 

La publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, Magis, en su edición 448, publicó una magnífica biografía y reportaje sobre Gustavo Esteva, del autor Rubén Martin, subtitulada: “Es importante recuperar la esperanza como una fuerza social,” así como se pueden consultar en Google otras biografías, las reseñas de varios de sus libros y centenares de artículos y entrevistas hechas a Gustavo, para conocer su obra a lo largo de sus prolíficos años de impecable servicio a la humanidad y a la Madre Tierra.

Fuente: Fundación Heinrich Böll

Mi artículo-carta no pretende algo similar a lo que otros autores han escrito y escribirán sobre este personaje, sino tan solo se trata de un recuento muy personal de algunas anécdotas que regresaron a mi memoria al tener noticias de su fallecimiento. Espero que pueda servir como una valiosa adición a las docenas, sino cientos, de homenajes que han surgido para honrar la vida de un verdadero maestro y siervo de la Madre Tierra.

Alberto Ruz Buenfil
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