Por Tracy L. Barnett
Traducido por Angélica Almazán
En las primeras cinco horas, 80 personas respondieron. “Creció muy rápido, y me di cuenta de que necesitábamos estar organizados,” dijo Santos, cuya organización en Hidalgo, OmniUnity AC, promueve modelos de desarrollo regenerativos y ancestrales. Ellos crearon una planilla en Google donde la gente podía suscribir sus habilidades y disponibilidad. Un mes después de la primera publicación en Facebook, más de 650 entusiastas de la bioconstrucción se habían unido a la red, desde arquitectos y constructores naturales hasta diseñadores, mercadólogos, activistas y otros que deseaban apoyar el movimiento.
Esto además de los más de 5,000 voluntarios que se habían inscrito en Huerto Roma Verde, y toda una cadena de grupos ambientales que forman Cuatro al Cubo y CASA.
“Esta es una oportunidad de reconstruir de una manera que sea más inteligente, más eficiente, más resistente, más incluyente y más ambientalista,” dijo Santos. “Para muchos arquitectos, ingenieros y gente que capacita en diferentes técnicas para crear energía sustentable, captación de agua de lluvia y diseños ecológicos – es el momento de reunir estos esfuerzos.”
Miembros de esta red han respondido en cerca de 40 comunidades en los cinco estados más afectados y en la Ciudad de México con visitas de campo, talleres y otras intervenciones. Tienen equipos en 12 diferentes comunidades, donde han estado trabajando con los pobladores y brigadas ciudadanas para atender necesidades inmediatas – como albergues de emergencia, filtros de agua y baños composteros – y ahora se encuentran preparándose para una fase a largo plazo.
“No sólo estamos hablando de construir muros – estamos hablando de construir comunidades sustentables,” enfatiza Santos. Se trata de reconstruir el tejido social de las comunidades que ya estaba debilitada por los factores social y económico, y que fueron fuertemente traumatizadas por el terremoto y luego, al quedarse sin hogar.
“La idea es llegar con una brigada multidisciplinaria de trabajadores de la salud, arquitectos, constructores, permacultores, psicólogos… y trabajar con la comunidad en los aspectos menos visibles, también,” dice Santos. “Escuchamos, observamos, coexistimos, sonreímos, abrazamos, hacemos un análisis estructural sobre el potencial de la comunidad. Tenemos la oportunidad de crear resiliencia.”
Para Ricalde, el punto es canalizar la energía de la respuesta a la emergencia en una red permanente trabajando a favor del desarrollo sustentable. Todavía se requieren voluntarios y recursos por qué solo se han reconstruido el 5% de los hogares, dice. El grupo lanzó una campaña de crowdfunding y está acercando a fundaciones nacionales e internacionales.
“Esta es la visión: unir las diferentes redes que tienen una visión de comunidades sustentables, una visión de ecotecnias, de integración social, de salud alternativa, “ dice Ricalde. “Y entre más recursos tengamos, más podremos hacer.”
Haciendo equipo en San José El Platanar, Puebla
Uno de los primeros lugares donde BioReconstruye México ha intervenido es la aldea campesina de San José El Platanar, que fue casi destruida, dejando a veintenas de personas sin hogar. El pueblo es tan remoto que no tiene señal de teléfono, Internet ni servicio de autobuses. Desde el terremoto, el gobierno sólo ha llegado para hacer censos.
El bioconstructor Rubén Coxca, originario del norte de Puebla, logró conseguir una considerable donación de bambú de la Unión de Granjeros de esa zona. Junto con el arquitecto Elías Cattan de Taller 13, Luisa Correa de Bambuterra y el ingeniero Julio César Constantino, puso manos a la obra y empezó a trabajar con un equipo de voluntarios y habitantes locales para construir refugio para alrededor de 15 personas.
El diseño con forma de “A” con un tapanco como dormitorio fue un éxito inmediato con los pobladores locales, dijo Coxca. El Platanar nunca había visto un edificio de dos plantas, o una casa con tapanco.
“Todo el mundo quería una – incluso gente de aldeas vecinas,’” dijo Coxca.
Trabajar con el bambú fue una novedad, también, y los residentes quedaron sorprendidos con su flexibilidad y fuerza. El bambú tiene muchas ventajas, explica Coxca; demora 4-6 años al llegar a un tamaño adecuado para construcción, comparado a 25-50 años por un árbol. Es más resistente que la madera y más fuerte que el acero.
Además, el bambú tiene unas propiedades muy especiales, dice Coxca. “Es muy amable trabajar con esta planta; es hermosa y transmite un espíritu muy bonita. Para mí es muy poética.”
Ahora que todos en el pueblo tienen un lugar temporal para vivir, Coxca trabaja con el equipo de BioReconstruye México para llevar a cabo los sueños de la comunidad. Una meta es construir un centro comunitario, que incorporará ecotecnias como baños composteros y tratamiento de aguas grises. Una señal de Internet y computadoras parece estar al alcance, dice Coxca, ya que están en pláticas con donantes. Coxca espera reunir suficientes fondos para contratar hasta ocho de los jóvenes más hábiles.
El tercer y quizá más importante objetivo es salvar el río que fluye a través de El Platanar. A diferencia de la mayoría de los ríos en México, éste está aún limpio y lleno de peces. Mantenerlo así podría ser todo un reto con todos los trabajos de construcción que se llevarán a cabo – especialmente en el caso de una compañía de construcción de Monterrey que tiene planes de donar 15 casas construidas de la manera convencional, con cemento y acero. “Estamos buscando diferentes maneras en que esto puede ser hecho, por ejemplo instalando biodigestores”, dijo. “Esperamos llegar a un acuerdo donde tenemos una reconstrucción a partir del respeto del agua.”
Viendo a futuro
Además del proyecto en El Platanar, Bio-Reconstruye México está armando un ambicioso plan para construir un centro comunitario y viviendas sustentables en tres comunidades más: San Gregorio en Xochimilco; Ocuilán, Estado de México; y Hueyápan, Morelos.
El permacultor y diseñador de ecoaldeas Odín Ruz de Organi-K enfatizó en la necesidad de preservar la identidad cultural. Por ejemplo, muchas casas en México tienen una cocina al aire libre; si eso es lo que la familia prefiere, la cocina en la nueva casa debe mantenerse afuera.
Lo que está sucediendo, dice Ruz, es que la gente es obligada a tomar lo que el gobierno les quiera dar. Muchos de ellos terminarán mirando atrás y dirán “Oh, después tuvimos que vivir en esa horrible casita gris construida por el gobierno donde siempre me enfermo, con la cocina adentro, y nunca me gustó eso.”
Bio-Reconstruye México quiere ayudar a las comunidades a utilizar el terremoto como catalizador para una vida en la que la gente mire atrás al terremoto y diga “Sí, fue difícil, pero boom! Despertamos en una situación mejor. No perdimos nuestra identidad cultural y la manera en que queremos vivir, pero mejoramos nuestro sistema ecológico, lo que nos da más congruencia con la Madre Tierra.”
Para más información sobre Bio-Reconstruye México y saber cómo puedes apoyar esta iniciativa, visita su página web y su página de Facebook.
Este artículo apareció primero en ArchDaily.
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