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8 de Marzo: ‘La Identidad nunca se puede callar.’ Mujeres misak luchan contra el patriarcado en Colombia
By El Proyecto Esperanza Posted in Agua, Territorio y Resistencia, Colombia, Pueblos Indígenas on 7 marzo, 2024 0 Comments
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Reflexiones de una periodista Misak a dos años y medio del feminicidio de la lideresa Indígena Nazaria Calambás.

Por Angélica Almazán, Tracy L. Barnett y Diana Mery Jembuel Morales

Han pasado dos años y medio desde que Nazaria Calambás, una líder indígena Misak en Colombia, fue asesinada a tiros ante la mirada impotente de su hermana, en el pueblo de La Cuchilla del municipio de Morales en Cauca, Colombia. Las circunstancias que rodean el asesinato de Nazaria son demasiado típicas para las mujeres indígenas en toda América, desde Canadá hasta la Patagonia: indiferencia oficial, respuesta lenta e ineficaz de las fuerzas del orden, negligencia y revictimización de los sobrevivientes, y negación de la violencia sistémica e intractable contra las mujeres, tan frecuente y endémica que ha llegado a conocerse con un terrible nombre propio: Femicidio.

Como concluyó la Asociación Canadiense de Estudios Latinoamericanos y del Caribe después de un foro internacional sobre violencia contra las mujeres indígenas en las Américas en 2017, “Hay una epidemia de violencia contra las mujeres indígenas en el Continente Americano”. Siete años después, esa epidemia no muestra signos de disminuir.

Sin embargo, las mujeres indígenas se están organizando, desde los crecientes movimientos de Mujeres Indígenas Desaparecidas y Asesinadas (MMIW) en el norte hasta la furiosa campaña contra el chineo, la práctica colonial racista de violar a niñas indígenas por parte de hombres no indígenas, especialmente en Argentina.

Mientras nos preparábamos para lanzar la Parte 1 de nuestra serie Cosmovisión y Pandemia, El Cuerpo como Territorio, ocurrió otro femicidio de alto perfil en Colombia, esta vez a una conocida de una de nuestras productoras, la comunicadora y periodista Misak Diana Jembuel Morales. Nos relata lo sucedido ya que ella tuvo una comunicación vía celular con la familia de Nazaria pocas semanas después de su muerte y ha estado al pendiente desde entonces. Aunque los detalles del caso son desalentadores, la respuesta de las mujeres Misak no lo es. Lejos de intimidarse por este y otros eventos violentos que han ocurrido en el país contra mujeres indígenas, informa Jembuel, su participación en la vida política y social está aumentando desde la experiencia que viene adquiriendo.

Tracy Barnett y Angélica Almazán de El Proyecto Esperanza tuvieron una conversación con Diana, quien conocía personalmente a Nazaria Calambás y ha seguido el caso durante estos dos años y medio. Aquí compartimos una transcripción editada.

To read this story in English go to “Identity can never be silenced”

Hermelinda, la hermana de Nazaria, contempla los campos a lo largo del camino hacia la casa familiar y el lugar del homicidio. (Foto cortesía)

Diana, han pasado dos años y medio desde el asesinato de la lideresa Misak, Nazaria Calambás. Cuéntanos ¿quién era Nazaria y cuál era su trabajo? 

Diana: Yo tuve la fortuna de conocer a Nazaria cuando yo era niña, cuando estaba acá en el territorio de origen. Hicimos un proceso muy importante de formación, de liderazgo de jóvenes. En esa época no la conocía tan cercana, pero yo la veía que era una chica activa. Hablaba muy bien el idioma; se desenvolvía muy bien en español y en el idioma que nosotros hablamos, el Namtrik. Ya después el tiempo pasó y pues cada una salió a los diferentes territorios. Hace ya como 15 o 16 años que no sabía de ella. Cuando un 23 de octubre (del 2021) nos llegó la noticia de que la mataron. Cuando yo estuve en Bogotá recibí la noticia y fue muy triste.

Nazaria Calambás Tunbalá, sonriendo como siempre cuando llegaba a casa, según su familia. (Archivos familiares)

Las mujeres Misak siempre hemos mantenido nuestra identidad y cuando decimos identidad es una parte que nos hace únicos en el idioma, en el vestido, en el trabajo comunitario, en el cuidar y proteger el territorio. Y a nosotros nos dicen que somos originarios del agua, la palabra y los sueños. Así como los pueblos indígenas en Colombia tienen sus orígenes, sus cosmovisiones y sus planes de vida. 

En ese tiempo la violencia hacia la mujer indígena en Colombia estaba acechando muchísimo. No solo era en el territorio Misak, sino que hubieron más mujeres líderes asesinadas, violadas. Fue muy fuerte en ese tiempo. Entonces, digamos, la guerra nos tocó a una parte de la mujer Misak acá en Colombia.

Ella del territorio de origen es acá de Guambia, pero por estrechez territorial salió a una parte de clima cálido, que es en el municipio de Morales, que está a unas dos horas en carro de aquí del territorio de origen y es una de las zonas estratégicas del conflicto armado. Ella vivió una parte de su adolescencia allá. Después salió a trabajar a la ciudad más cercana que era Cali, a rebuscarse, porque ella tuvo sus dos hijos y la mujer Misak siempre es echada para adelante. Entonces ella dejaba a sus niños con su mamá y salía a trabajar y el fin de semana estaba retornando a estar con los niños. Era madre soltera, pero eso no le dio pie a quedarse ahí estancada, sino que era la forma de luchar para Nazaria, estando en Cali, yendo y viniendo. 

Fue parte de la autoridad de su comunidad  en el año 2013, el mismo pueblo la eligió durante un año para que liderara el proceso político organizativo como mujer. Estuvo durante un año como alcaldesa sin remuneración, ya que para el Misak, como en muchas otras comunidades indígenas es un derecho y legado servirle a su mismo pueblo, en el cabildo Misak de Pisitawu. 

Aprendió desde su liderazgo a hablar, a decir las cosas como son, pero desde la verdad. Ella en su preparación académica alcanzó a terminar su bachillerato que para esos tiempos era un reto salir del colegio y que ella gracias a su esfuerzo y dedicación lo logró. 

Nazaria, centro, cuando se desempeñaba como autoridad del resguardo de Pisitawu, junto a otras dos autoridades.
(Archivo familiar)

¿Dónde y con quién vivía Nazaria? 

Diana: En la vida familiar de los Calambas, eran dos hermanas y un hermano. Queda su padre  y su Madre mayores de edad. Máma* Nazaria deja dos hijos, uno de 17 y otro de 12 años, ella nunca se casó. El 7 de octubre ella cumplió 34 años. Ella trabajaba fuera del territorio y cada dos semanas visitaba a su familia. En esos días donde la muerte estaba cerca de ella llegó dos veces para ayudar a cosechar el café. El terreno de su familia es la única finca donde siembran café. La familia de Nazaria llevaba como nueve años viviendo ahí y alrededor del 2020 personas extrañas empezaron a llegar y a causar conflictos.

La casa de los Calambás, donde Nazaria y su familia trabajaban largas horas para cultivar café en un territorio dominado por la coca. (Foto cortesía)

Basada en las conversaciones que Diana tuvo con la hermana de Nazaria al poco tiempo de su muerte, relató al Proyecto Esperanza las circunstancias del homicidio:

El día de su asesinato, al mediodía, dos vecinos fueron a buscar a Nazaria acompañados de tres desconocidos, que dijeron ser miembros del grupo armado que hace presencia en la zona, y dijeron que iban para ayudar a resolver una disputa entre los vecinos. 

Hubo un conflicto por el agua entre la familia de Nazaria y los del predio vecino, porque el vecino había colocado tubería para extraer el agua de un manantial que se encuentra dentro de la propiedad de la familia Calambás y los dejó sin suficiente agua para sus necesidades, según explicó la hermana de Nazaria.

Los visitantes dijeron que la manguera que llevaba el agua a la propiedad del vecino había sido cortada en pedazos y acusaron a la familia Calambás de cortar la manguera. Sin embargo, según la hermana, ellos no habían cortado la manguera; más bien, fue el mismo vecino quien quiso causar un conflicto entre ellos, y cobrar dinero por la manguera destruida.

Nazaria desmintió haber cortado la manguera y se opuso rotundamente a pagar por algo que no había hecho. Enfrentó a los hombres de manera tajante. 

Luego de varias discusiones, los extraños se fueron por un rato y más tarde, alrededor de las 4 de la tarde, regresaron a buscarla a su casa a decirle que “el jefe” quería hablar con ella, la escoltaron loma arriba y le asestaron tres disparos en la cabeza. 

En ese momento comenzó el horror para la familia Calambás, quien hasta la fecha, dos años después, sigue recibiendo amenazas e intimidaciones. A pesar de que se hizo la denuncia no fue sino hasta mediados del 2023 que se detuvo a uno de los responsables del homicidio.

Diana: Acá en Guambia se hizo el debido proceso jurídico interno de escuchar a la familia porque no sabían con quién desahogarse de todas esas amenazas y el seguimiento que se le está haciendo, en la Fiscalía de Popayán. Popayán es el departamento que hace parte al municipio de Silvia, el más cercano al resguardo de Guambia.

La madre de Nazaria, María Tunubalá, con los dos niños, de pie frente al ojo de agua que fue origen del conflicto. (Foto cortesía)

Esperanza Project conversó también con el Dr. Guillermo Yalanda, abogado del pueblo Misak. Asesor jurídico del cabildo de Guambia. 

¿En qué punto va la investigación a dos años y medio del homicidio de Nazaria?

Dr Guillermo Yalanda: El juicio no ha iniciado, está en el proceso investigativo. La investigación la realiza el organismo que en Colombia se llama la Fiscalía General de la Nación. Hay una unidad de fiscalía especializada para este tipo de hechos y está radicada esa fiscalía en la ciudad de Popayán, la capital del departamento del Cauca. Actualmente los investigadores de la Fiscalía General de la Nación que se llama el Cuerpo Técnico de Investigaciones, más conocido como el CTI, está desarrollando el proceso natural. Hay una persona detenida y que posee conocimiento de todo el contexto que sucedió en este homicidio de Nazaria. 

¿Entonces es seguro que hay más de una persona involucrada en este crimen?

Dr Guillermo Yalanda: Claro, por supuesto. Sí, mínimamente comprometido hay un grupo, un grupo de personas que entre sí tienen intereses comunes para realizar actos delictuosos en la zona.

La madre de Nazaria, María Tunubalá, con los dos niños, de pie frente al ojo de agua que fue origen del conflicto. (Foto cortesía)

¿Y la familia de Nazaria? ¿Cómo están ahorita? ¿Cuál es la situación de ellos en este momento?

Dr Guillermo Yalanda: Bueno, pues muy dura la realidad, porque ella dejó dos niños que están en manos de la familia de Nazaria, en manos de una tía y de la abuela. Entonces están en la definición clásica propia de que son huérfanos estos niños.

¿Y están viviendo todavía en esta misma parcela, en esta zona de conflicto?

Dr Guillermo Yalanda: Sí, ahí está viviendo una hermana de ella y la mamá. Y conflicto está vivo. El conflicto es permanente con las personas que tienen incidencia y que dieron el origen al homicidio de Nazaria.

¿Entonces es una situación bastante peligrosa para ellos, verdad? 

Dr Guillermo Yalanda: Sí, claro, por supuesto. Pero usted sabe que para el pueblo Misak su territorio, su tierra es fundamental para su vida. Es su madre. Es su naturaleza. Es todo. Es un territorio en donde ellos están, que ellos han conseguido y ahí realizan sus actividades de agricultura. Entonces pues no lo dejan, lo defienden porque hay personas que quieren desalojarlos. Y por eso se enfrentó Nazaria y por eso murió ella.

Los supervivientes de Nazaria han tenido que depender unos de otros para superar los tiempos difíciles desde su muerte. (Foto cortesía)

Diana declara que la necesidad de buscar más oportunidades de trabajo fue lo que llevó a Nazaria y a su familia a salir de su territorio de origen y adquirir un terreno en una zona más cálida para cultivar café y yuca, sin imaginar que era una zona de conflicto. 

Diana: Lo que les interesa a los Misak es trabajar y cuidar la tierra y el afán de salir. Pero ellos compran la tierra y no conocen el contexto histórico. Imagínese el caso de Nazaria. O sea, fue tan urgente salir, compró la tierra, pero nunca vio que no se movía la violencia desde el narcotráfico en su espacio y nunca pensó que iba a afectar a su familia y personalmente a su vida.

La hermana de Nazaria, Hermelinda, sonríe con nostalgia al recordar la forma en que Nazaria agarraba su sombrero antes de ir al campo para evitar quemarse con el sol. (Foto cortesía)

Entonces yo creo que lo que se requiere es la protección especial para el pueblo Misak que salen a otros contextos, pero también de los pueblos indígenas que están en esos contextos de violencia. Que el Estado realmente se dé cuenta de esa realidad, que haga presencia real con las instituciones en los territorios más afectados. Que haya capacidad de escucha y capacidad de protección frente a la violencia que todavía persiste en Colombia y acá en el Cauca.

Después de esta fuerte desarmonización hemos sentido que sí están puestos algunos ojos de organizaciones, en donde realmente quieren que la mujer participe, se cuide, lidere, pero que la mujer siga cuidando y protegiendo su territorio. Sí sentimos que hay instancias internacionales porque las nacionales se demoran muchísimo, pero sí hay esa necesidad, de que hay que cuidarlas para que sigan manteniendo sus identidades.

La periodista misak Diana Mery Jimbuel siguió de cerca el caso de Nazaría desde que se enteró de su muerte. Era una conocida que Diana conocía desde hacía muchos años. (Cosmología y Pandemia/Proyecto Esperanza foto)

Diana menciona que en las últimas décadas ha aumentado la participación de las mujeres Misak en la vida social. Nazaria fue una de las que se atrevieron a desafiar los convencionalismos y tener un papel más activo en la política y la organización. Espera que el horror de este asesinato al menos pueda ocasionar que los organismos internacionales pongan una mayor atención a la necesidad de proteger a las mujeres indígenas en Colombia. 

Diana: El pueblo Misak ha sido pionero en la creación del movimiento indígena en Colombia. Pero a pesar de eso, las mujeres siempre hemos sido calladas y silenciadas y yo creo que es el momento de seguir hablando, de seguir articulando, de seguir relacionándonos, pero también de seguir formándonos en los diferentes espacios y contextos que nos encontremos. 

A pesar de que la guerra nos quiera callar, yo creo que la parte de la identidad nunca se puede callar, sino que uno puede dejar huellas para que las nuevas generaciones también sigan estos liderazgos, a veces con retos y a veces con desafíos, pero demostrando que seguimos cuidando y protegiendo el territorio.

* Nota de la editora: “Máma” es un título honorario brindado por el Pueblo Misak por el liderazgo que van dando las mujeres, así como “Táta” lo es para los hombres.

Somos originarios de la palabra, del agua y los sueños. Tenemos una identidad, tenemos un territorio, tenemos una autoridad y también tenemos algo muy especial: Somos guardianes del páramo, del agua y de los ríos.” — Mama Diana Mery Jembuel Morales (Proyecto Esperanza / Cosmovisión y Pandemia)

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