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Contraatacando el Feminicidio
Aude Mulliez sobre Feminicidio, Empoderamiento, Autodefensa y Convertir Basura en Casas
By Aude Mulliez Angélica Almazán Posted in Costa Rica, Empoderamiento-de-Mujeres-Americas, Sustentabilidad on 16 mayo, 2019 2 Comments
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Aude Mulliez es una mujer del nuevo milenio. A sus 33 años, ha lanzado su propia empresa social ecologista, se ha convertido en una embajadora continental del empoderamiento femenino y ha impactado vidas en media docena de países – incluyendo el suyo. Ha enfrentado algunos de los problemas más espinosos de sus tiempos – migración, degradación ambiental, pobreza extrema, y violencia contra las mujeres – con valentía, creatividad y pasión. Pero para todo su profesionalismo y fortaleza, ha tenido que aprender otra lección también, una de autodefensa interior.

Desde recicladoras en Costa Rica y Perú, víctimas del terremoto en Haití, hasta sobrevivientes de violencia doméstica, violación y mutilación genital femenina, su enfoque ha sido el empoderamiento y la sanación, en todos los niveles. Recientemente, ella hizo un tiempo en su ocupada agenda para compartir algunas historias y reflexiones.

Esperanza Project: Estoy intrigada por la manera en que has combinado tus intereses por el medio ambiente y Latinoamérica y derechos humanos con tu inquietud por el empoderamiento de las mujeres. Me gustaría saber más acerca de cómo se produjo eso para ti. Comenzando por el prinipio: parece que has pasado un poco de tiempo en todas partes  – India, Senegal, Perú, Ecuador, Haití, Estados Unidos. ¿De dónde eres originalmente, y qué fue lo que te inspiró a trabajar en el desarrollo internacional y el cambio social? En particular, siendo el Proyecto Esperanza, qué inspiró tu interés por el medio ambiente?

Aude Mulliez en Ecuador, donde trabajó con mujeres indígenas emprendedoras. (Foto por Andrew Cousins)

Aude: Mis padres son emprendedores que se mudaron de Francia aa Estados Unidos cuando tenían 22 años. Yo nací en E.U.A, en Atlanta, y una vez que su primer negocio fracasó (una fábrica de estambre en el húmedo y caluroso sur de Estados Unidos), nos mudamos de vuelta a Francia. Cuando yo tenía 10 años, la familia regresó a E.U y mis padres lo volvieron a intentar. Construyeron una exitosa panadería francesa.

Crecí siendo bicultural y tuve el privilegio de tener seguridad económica y de ser criada en un ambiente con inmigrantes de todas partes del mundo. En mi escuela, el director de la primaria dejó la próspera institución para fundar una escuela comunitaria para refugiados en nuestra ciudad. Haciendo voluntariado ahí, desperté a las diferencias entre los migrantes, entre ser un migrante de un país más desarrollado económicamente y uno de un país menos desarrollado económicamente. Más tarde, mi maestra de inglés de la preparatoria, la señorita Shanta, era de India y a través de su generosidad y de la organización que ella fundó, viajé sola a la región de Tamilnadu en la India cuando tenía 19 años. Ahí, conocí mujeres a quienes su relación con sus esposos las conducieron a cometer suicidio prendiéndose fuego, lo que se cree que es “correcto” para mantener su honor y el de su familia.

A través, y de la dedicación de estos dos inspiradores seres humanos, tuve el privilegio de aprender de primera mano y muy joven cuán injusto y difícil es el mundo, particularmente para las comunidades marginadas; qué diferentes nuestras experiencias y “suerte” pueden ser, y cómo escuchar, observar y hacer preguntas que motiven a la gente a seguir hablando. Aprendí y me inspiré de aquellas personas, y encontré paz y consuelo gracias a la Madre Tierra.

En el centro comunitario de Mili en Lima, Perú, con un grupo de voluntarios apoyando el emprendimiento social. (Foto cortesia de Aude Mulliez)

Esperanza Project: Eres la cofundadora de EkoJunto de Costa Rica, que ha desarrollado un material de construcción de bajo costo utilizando plástico reciclado, empleando a un grupo de mujeres viviendo en un barrio bajo en el límite con un basurero. ¿Puedes contarme la historia de cómo surgió ese proyecto?

Aude: A través de un proceso de upcycling, una palabra de moda que significa transformar algo que no era grandioso y no tiene una función a largo plazo en algo con mucho potencial y que dura por mucho tiempo, brindamos material de construcción hecho con plásticos usados (post-consumo y post-industrial).

Mientras estaba trabajando para una compañera de Ashoka (empresario social) en Lima, Perú, una mujer llamada Mili Castro cambió… todo. Ella, con la ayuda y apoyo de muchos otros, creó un espacio comunal que hospedaba a mujeres que estaban escapando de situaciones de violencia doméstica y a niños sin hogares seguros, donde gente mayor estaba aprendiendo Tai Chi y otros aprendiendo oficios, y todo esto financiado por la recolección de residuos, más comúnmente conocida como “reciclaje”.

Aprendiendo de una de las más de 200,000 pepenadoras en Lima. (Cortesía/Aude Mulliez)

Viendo esto, mi compañero y yo fuimos inspirados a crear más mercados para las más de 200,000 familias en Lima que sobreviven del “reciclaje” y pusimos nuestros ojos en las bolsas de plástico – nadie estaba comprando, usando o reciclando los millones de bolsas de plástico que estaban apiladas en las calles. Bertrand Debar, my compañero, aprendió de una tecnología desarrollada por hombres nigerianos que estaban mezclando bolsas y arena para hacer ladrillos y pavimentar caminos. Nuestro primer ladrillo fue hecho así. Entonces encontramos a un grupo en Colombia que había desarrollado una tecnología para transformar plásticos especiales de más de un solo uso en ladrillos para construir casas.

Nuestro objetivo siempre fue apoyar a las mujeres y los hombres que en su mayoría sobreviven económicamente al reunir una cantidad de desechos valiosos y luego venderlos. Cuando llegamos a Costa Rica, nos dimos cuenta de que la industria del “reciclaje” no estaba tan desarrollada como habíamos pensado. Nuevamente, conocí a mujeres maravillosas e inspiradas que viven en un asentamiento urbano cerca de uno de los vertederos más grandes de Costa Rica que querían comenzar un grupo de recolección de residuos como un proyecto generador de ingresos, y partimos de ahí. La mayoría de los residentes de los barrios marginados están indocumentados y, por lo tanto, no tienen acceso a muchas oportunidades de generación de ingresos.

Las mujeres se apoderaron de un “búnker”, un lugar donde dos pandillas luchaban para tener un espacio para vender drogas. Ellas no me contaron la historia del lugar hasta que les pregunté, cuando mi intuición no pudo ignorar a los hombres que caminaban mirándonos mientras derribábamos la vieja estructura. Sabían que los hombres no dispararían al lugar mientras hubiera una mujer blanca parada allí. Y tenían razón. No tuvimos contratiempos y más tarde, ambas pandillas vinieron a decirnos que si alguna vez tuviéramos algún problema, ellos nos “ayudarían”. Las mujeres sabían que estaban creando un cambio positivo y que eso es algo que su comunidad apoya.

Demolición del “Bunker”


En cuanto al final de la construcción, nos llevó dos años lograr que los materiales fueran aprobados por el Colegio Federado de Ingenieros (el Colegio Federado de Ingenieros es el organismo encargado de autorizar nuevos materiales de construcción). ¡Hasta ese momento, pensamos que ya habíamos librado nuestras batallas más grandes!

Esperanza Project: ¿Cuál ha sido la respuesta a este negocio? Ha logrado ganar fuerza en el mercado de la vivienda de manera significativa?

Aude: Sabes cuando ves los videos en Facebook o YouTube y piensas: “¡Esto es increíble! ¡¿Por qué esta tecnología no está en todas partes ?! Bueno, es porque es difícil …! Mucha gente piensa que es un gran concepto. La gente quiere contarles a sus amigos, estudiantes, compañeros de trabajo, funcionarios del gobierno, arquitectos, ONG, y están contentos y aliviados de que esté disponible. Pero cuando llega el momento de invertir dinero, especialmente para las poblaciones a las que deseamos apuntar que han ahorrado todo su dinero para construir una casa, van a ir con algo que sea seguro. Aunque creemos que nuestra tecnología es segura, entiendo por qué la gente prefiere invertir en cemento. Creo que hemos ganado fuerza al inspirar a las personas de que hay otra manera y que el plástico debería usarse para construir cosas que están destinadas a durar para siempre y no ser “destrozadas”. Bertrand, mi compañero, piensa que eso no es suficiente. Creo que hace que todo el esfuerzo valga la pena.

Esperanza Project: ¿Cómo han cambiado las vidas de las mujeres en este proceso? ¿Y cómo ha cambiado para ti? Aude: Tendrías que preguntarles … Para mí, se reafirma la misma lección que siempre aprendo: nunca hagas promesas vacías. En el contexto occidental, nos gusta hacer “proyecciones” en nuestro trabajo y hablar sobre el futuro y nuestras aspiraciones. Claro, soñar es algo bueno y pensar en lo que queremos que sean las cosas es productivo. Pero cuando se trata de la vida y la supervivencia de las personas, sigo aprendiendo que es mejor centrarme en el presente y asegurarme de que cuando hablamos de nuestras aspiraciones, esté anclado en el presente y en las realidades que solo aquellos que viven y trabajan en ellas conocen y son expertos.

La emprendedora social Paula habla con el grupo de voluntarias de Aude en Pulingui, Ecuador, sobre preservación de semillas, agricultura de subsistencia y cómo los monocultivos degradan la fertilidad del suelo. (Foto: Andrew Cousins)

Esperanza Project: El empoderamiento de las mujeres ha sido una prioridad para ti, lo que se hace evidente en tu trabajo con Empowerment through Self-Defense, así como con EkoJunto. ¿En qué momento te sentiste inspirada para involucrarte en lo que denominas el “movimiento de solidaridad entre mujeres” y por qué?

Aude: En todos los lugares donde he tenido el privilegio de trabajar y vivir, me he envuelto de mujeres inspiradoras que trabajan juntas para lograr un cambio positivo. Recuerdo que entraba a asentamientos urbanos en Lima y de la nada, las ancianas asomaban la cabeza por la ventana y me decían que no siguiera de frente sino que girara a la izquierda. Solo eso. No un “hola” o preguntar qué está haciendo aquí una mujer blanca como tú. Solo un ‘mejor vete a la derecha’, tomándose un segundo para cambiar potencialmente el curso de mi vida, probablemente sin hacer una gran diferencia en la suya. Esas demostraciones cotidianas de solidaridad, creo, tienen un gran impacto en lo que hacemos y en cómo nos comportamos.


En Senegal, escribía informes para una organización que participa en el cambio social en torno a la mutilación genital femenina y al matrimonio forzado infantil. Pasaba tiempo en las cocinas, donde las mujeres se reían de mí, todo en sana diversión. Recuerdo que me sentía inútil. Entonces una mujer me entregó una cebolla y me enseñó a cortarla sin usar una tabla de cortar. Siempre estaré muy agradecida con esa mujer, ya que después de eso, todo cambió. Podía “hacer algo” en la cocina y, por lo tanto, las mujeres estaban más dispuestas a interactuar conmigo.


Aprendí a través de todas estas experiencias, gracias a todas estas mujeres, la importancia de simplemente apoyarnos unas a otras. Una sonrisa en la calle, una cabeza inclinada de aprobación, mirando con apoyo a los ojos de alguien. Como una mujer blanca occidental que trabaja en áreas y realidades en las que no nací ni crecí, y con el colonialismo y el imperialismo siempre presentes, es enorme poder darse cuenta de quiénes somos y de lo que simbolizamos en cada contexto. Para participar en el movimiento de solidaridad, muchas veces me presento, pregunto si puedo ayudar y cómo, me callo y escucho, y en los casos en que alguien está cometiendo una microagresión, participando o apoyando la violencia de cualquier forma, me obligo a mí misma a decir algo, algo tan simple como “No creo que esto esté bien / sea correcto / aceptable”. 

Esperanza Project: Háblame un poco sobre Empowerment Through Self Defense. ¿Por qué la autodefensa es tan importante para las mujeres en Latinoamérica? Qué tipo de cambios has visto ocurrir para las mujeres que participan? ¿Puedes dar algunos ejemplos?

Aude: El empoderamiento a través de la autodefensa es importante en todo el mundo, la violencia perpetrada contra las comunidades marginadas por las estructuras patriarcales es indignante en todas partes. Específicamente en América Latina,  según el PNUD y ONU Mujeres,  “… la región registra las tasas más altas de violencia contra las mujeres fuera de su pareja íntima y la segunda más alta dentro de la pareja [en el mundo], según datos del Observatorio de la Igualdad de Género en América Latina y el Caribe ”. Admiro el uso de la palabra “Feminicidio” en América Latina (entre muchas cosas). En inglés, no hay una palabra directa para hablar del asesinato de una mujer debido a su género. No está puesto en esos términos. Y sigue siendo, “una mujer fue golpeada por dejar los calcetines sucios”, ese fue un encabezado de hoy… No “A un hombre machista, después de muchos años de abuso psicológico, físico y emocional, se le permitió matar a su pareja”.

Y digo que se le permitió porque el asesinato de un familiar no sucede en un vacío. Hay gente que se da cuenta de lo que está ocurriendo. Nuestras sociedades, nuestros semejantes y las autoridades, hacen casi imposible hacer algo a la gente preocupada. No se nos dan herramientas para lidiar con estas realidades porque la verdad es que hay hombres con poder que en serio creen que así es como su poder va a prevalecer. Y el ejemplo que acabo de citar sucedió en los Estados Unidos.

En esta región, había estado trabajando en desarrollo económico, cambio social, contra la trata de personas, con organizaciones gubernamentales, con organizaciones no gubernamentales, con organizaciones internacionales y organizaciones locales y me di cuenta de que nada de lo que estaba haciendo tenía un impacto directo, en mí misma o en ninguna persona que conociera. Afortunadamente, una activista costarricense de los derechos trans, en una conferencia sobre género y seguridad, terminó la conferencia diciendo: “Y es por eso que necesitamos más personas capacitadas en autodefensa feminista”. Seguí su consejo y busqué una organización que me capacitara en esa metodología, ahora llamada “Empowerment Self Defense” por esta comunidad.

Aude Mulliez facilitando un curso de Empowerment Self Defense en el pueblo donde ella vive, organizado por el Ministerio de la Mujer en Costa Rica. (Cortesía: Aude Mulliez)

En Costa Rica, la mayoría de los hombres que embarazan a adolescentes son mayores de 25 años. Oxfam publicó un estudio que muestra que los hombres latinoamericanos entre los 14 y 25 años no entienden que “no” significa “no”, y otros datos preocupantes. Cuando un padre embarazó a su hija de 13 años, el debate público era si la sociedad costarricense podía “lidiar” con un aborto como resultado de ello.  No se le practicó el aborto y la joven se quitó la vida unos meses después de dar a luz. Estoy relatando estos casos porque estuvieron en las noticias. El primer acuerdo en una clase de ESD (Empowerment Self Defense) es la confidencialidad.

Estas son las realidades de lo que se considera uno de los “países más felices y más verdes del mundo”. Es por eso que yo y la comunidad de instructores de ESD “hacemos lo que hacemos”; Porque esta es la realidad. He apoyado a muchas personas y mentores que han trabajado incansablemente para luchar contra los sistemas que perpetran y permiten que continúe esta violencia. Y me he ganado el conocimiento de que todavía hay muchas mujeres que pierden mientras esperan que la “justicia” y el “cambio social” alcancen a los perpetradores del pasado, presente y futuro. Se ha demostrado que la metodología de ESD funciona, académicamente y mediante testimonios, después de cada clase.

Gracias al arduo trabajo de muchas mujeres e individuos de diferentes identidades de género en América Latina, hay menos aceptación externa de la violencia basada en el género (por supuesto, todavía ocurre a tasas flagrantes y este no es el caso en todas partes). Debido a este trabajo y determinación, estoy convencida de que las herramientas que ofrecemos son esenciales para la realización posterior de que las mujeres, niñas, niños y personas de otras identidades de género tienen opciones en las formas de actuar en respuesta a, o con el fin de prevenir, microagresiones y violencia.

Trabajando en conjunto en Chile con una co-facilitadora chilena… próximamente en las páginas de The Esperanza Project! (Video: Cortesía/Aude Mulliez)

Sin hablar de ningún caso en particular, cuando una persona que tiene poca confianza en sí misma en su capacidad de protegerse golpea una almohadilla, sus ojos cambian. Es como si una luz brillara, y sus ojos se abren al darse cuenta de que pueden y pueden defenderse. La luz se apaga poco después de que su cerebro se hace cargo, perpetuando el constante aluvión de información errónea que recibimos por parte de la sociedad sobre cómo esto hará que el perpetrador sea más agresivo, o que no golpeen con fuerza o bien, porque no somos fuertes o capaz.

Los profesionales de ESD trabajan mucho (si no principalmente) en la autoestima, el autocuidado, la confianza en nuestra intuición, la búsqueda de apoyo, el apoyo, la comunicación asertiva y efectiva, y cómo identificar, establecer y mantener nuestros límites y barreras. Está informada sobre el trauma y se centra en la sanación, y es una metodología creada por artistas y expertas de artes marciales y respaldada por académicas, teniendo en cuenta los factores sociales y culturales que engullen la violencia perpetrada contra las comunidades marginadas.

Esperanza Project: ¿Cómo es que el empoderamiento de las mujeres se relaciona con tu otra gran pasión, que es cuidar al planeta?

Aude: El planeta / nuestro mundo está claramente perdiéndose del 50% o más de los aportes de su población sobre qué conocimientos y experiencias deben valorarse y tejerse en nuestra forma de ser. Sí, las estructuras deben ser revisadas y creo que una manera en la que puedo ayudar a cuidar esta maravillosa y única Tierra y sus habitantes (plantas y animales por igual) es participar alentando a aquellos que lo han solicitado y en mi caso, principalmente a las mujeres, su capacidad para confiar en sí mismas, su capacidad para apoyar a los demás y su capacidad para pedir apoyo. También la aceptación de preocuparse por ser queridas sólo por las personas que les respetan.

Esperanza Project: Tú viste las consecuencias del terremoto de 2010 en Haití, que mató a más de 300,000 personas, y estuviste involucrada en un proyecto de microcrédito para empoderar a los sobrevivientes. ¿Puedes hablarme sobre el trauma secundario, los sentimientos que podrían haber persistido por haber trabajado en una zona de desastre? ¿Has desarrollado tus propias estrategias internas de autodefensa para hacer frente a ese tipo de trabajo, y eso es algo que puedas compartir?

Aude: Viajé a Haití gracias a una mujer de la diáspora haitiana en los Estados Unidos que quería desarrollar un proyecto de microcrédito. Después de una semana, decidimos cambiar de ruta; las tasas de interés estaban causando más trauma estaban causando más trauma a las mujeres que hicieron parte de estos programas. Debido a esto y porque tuve el privilegio de ir a comunidades rurales donde tuve la fortuna de observar, desarrollamos una plataforma para compartir las mejores prácticas en las que las comunidades ya eran expertos.

Sentimientos que han persistido: no me gusta hablar de los traumas de otras personas porque son de ellos, no míos, para compartir. En Haití, fue otra vez que vi la falta de esperanza en los ojos de la gente. Es una realidad difícil de procesar. Creo que por eso me mudé a trabajar en asuntos ambientales, y luego opté por conocer a mujeres que trabajaron en esas áreas y que estaban luchando a su manera.

Las estrategias de autodefensa interna son una verdadera lucha para mí y estoy segura de que para muchos de los lectores. Hace seis años colapsé, dejando mi trabajo en Lima, después de de haber tenido una perdida de un embarazo. Mi compañero y yo nos mudamos a Costa Rica, aunque pensé que era una isla, y pensé que mi carrera había terminado con “Costa Rica” en mi CV. Pero al llegar aquí fue la primera vez que oí hablar del autocuidado. El “cuidado” estaba destinado a empujarme a trabajar más horas, a aceptar salarios más bajos, a aceptar condiciones de trabajo que no eran propicias para mi salud mental. Sé que no soy la primera o la milésima persona que ha hablado de esto. Y aún hoy pienso que si realmente me “importara” estaría haciendo más.

Esto cambió para mí una vez que una amiga me dijo que esa línea de pensamiento le estaba quitando el poder a las personas con las que trabajaba; no es que empoderarlas a ellas haría que “mi” cuidado y “mi” trabajo fueran lo que encendería… algo. Así es como trato de verlo ahora. Y claramente si esa amiga no hubiera sido completamente honesta conmigo y yo con ella, ella no me habría dicho esto y yo no la habría escuchado. Así que mi estrategia de autodefensa interna es ser honesta con las personas y permitirles que sean honestos y hacer de esas personas tus amigos. ¡Espero que ayude!

Esperanza Project: En la misma línea, también trabajaste en las primeras filas de la crisis migratoria en la frontera de Costa Rica con Panamá para una agencia que lucha contra la trata de personas. También en tu trabajo con mujeres traumatizadas a través de ESD, tienes que ser muy fuerte. ¿Eso tiene un costo? ¿Qué palabras de sabiduría y / o consejo podrías tener para otras mujeres cuyo trabajo las lleva a este tipo de situación?

Aude: En mi programa de maestría, practicamos técnicas para espejear a la persona que nos contaba su historia, agradeciéndole por compartir, siendo compasivas; mientras estamos en el interior, intentamos no asimilarlo físicamente repitiéndonos a nosotras mismas las preguntas “¿cómo me siento, cómo me siento?”. Esto crea una distancia en nuestros cerebros y es específicamente necesario para las personas que internalizan el dolor de los demás. Nuestro cerebro dirá: “Oye, ¿y si eso nos hubiera pasado? ¿Cómo te sentirías? ”Y eso, a su vez, te hace incapaz de seguir siendo compasiva con otras personas que desean compartir su historia. Es importante no hacerlo tuyo. Además, no dar consejos si no te los piden.

Hay muchas formas de procesar y expresar el trauma y estoy segura de que alguien más puede compartir más sobre eso. Tengo el privilegio y el agradecimiento de haber conocido a muchas mujeres maravillosas en la misma línea de trabajo y tratamos de crear espacios donde podamos hablar de ello y otros donde nos centramos en divertirnos y ser ridículas. Canalizarlo en algo positivo también es importante.

Tiene un precio. La mayoría de las personas se comunican con nosotros y nos preguntan sobre nuestras casas y material de construcción después de que les conmueve una noticia sobre la devastación ambiental. Consigo la mayor parte del trabajo en la enseñanza de ESD cuando un hombre mata a una mujer, niña o persona de identidad de género no conforme y se da a conocer. Eso también lleva un peso. Pero luego, voy a enseñar a otra clase o me dirijo a más mujeres que hacen un trabajo increíble y veo si podemos colaborar, y me concentro en la energía que proviene de las personas que se unen con el objetivo de compartir herramientas para que podamos vivir las vidas que nos pertenecen. Que también podamos decidir cómo nos pasan las cosas. Espero sinceramente que los y las profesionales e innovadores del ESD estén participando en unirnos de manera inspiradora.

Aude Mulliez es una organizadora comunitaria y facilitadora de Empoderamiento a través de la Autodefensa en Latinoamérica. Junta con su esposo ahora dirige una empresa en Costa Rica que crea acceso a bloques de construcción hechos de plástico reciclado.

 (Video: Cortesía/Empowerment Through Self Defense)

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  1. Querida Aude: por casualidad he encontrado esta página donde hablas de lo que estás haciendo con tu compañero en Costa Rica. Me parece fantástico tu proyecto.
    Soy José Datas tu exprofe de español en Atlanta.
    Un abrazo

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