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Mi Manifiesto: Hacia una política por la vida
Un camino a seguir para un planeta bajo asedio
By Victor M. Toledo Posted in Política on 26 enero, 2022 19 Comments
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Entramos ya a una etapa en la que se va deslindando, con mayor nitidez, una visión del mundo donde habrá que enfrentar un dilema supremo entre colapso o transformación civilizatoria, entre extinción o supervivencia. Se trata de enfrentar a las fuerzas de la destrucción que hoy marcan el devenir del mundo moderno y cuya fuente primigenia es una civilización suicida y entrópica que desata el caos, la miseria humana, la injusticia más extrema y la depredación de nuestra Casa Común. Todo ello significa que debe realizarse una rebelión civilizatoria, un cambio total en las maneras de concebir y practicar la existencia, y primordialmente la política. Necesitamos ya una política desde, por, para y con la vida. 

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Los acontecimientos más recientes nos dicen que ha llegado la hora de
asumirnos como seres humanos que compartimos un destino común, y eso implica el fin de las ideologías, no de unas u otras, sino de todas, las de izquierda, centro y derecha, y su sustitución por la conciencia eco-política, genérica y planetaria de las mujeres y los hombres. “Idólatras por instinto –afirmó E. M. Cioran–, convertimos en incondicionados los objetos de nuestros sueños y de nuestros intereses. La historia no es más que un desfile de falsos absolutos, una sucesión de templos elevados a pretextos, un envilecimiento del espíritu ante lo improbable”. Porque como bien demostró Morris Berman (1992) en su libro Cuerpo y Espíritu, la cara oculta de Occidente, los “ismos” surgen en los seres humanos cuando éstos no tienen un verdadero anclaje somático, cuando ya no cantan ni danzan, ni están atados al movimiento de la vida, que es lo que hace latir lo humano (ying/yang). Y en esto, los grandes maestros son los 7,000 pueblos indígenas del mundo con su “buen vivir” y sus “comunalidades”. 

Vea: Del neoliberalismo al buen vivir — Un análisis de la Política Actual, por el mismo autor

La especie humana sobrevivió y persistió durante 300,000 años porque aprendió a escuchar y a interpretar los mensajes de la naturaleza. De una
naturaleza sacralizada. De esa ecología sagrada donde cada montaña,
manantial, río, roca, planta o animal poseen la capacidad de diálogo, los
humanos derivaron una cierta “ética natural”. De la lectura o interpretación
de los mensajes, los seres humanos aprendieron a ajustar, adaptar y modificar sus comportamientos y sobre todo sus modos de organizarse, en un verdadero juego por la supervivencia.

La domesticación de la naturaleza (no su dominio o sujeción) siempre fue un acto de domesticación del ser humano. El proceso civilizador fue recíproco, es decir co-evolutivo. Al domesticar especies, paisajes, cursos de agua, la naturaleza domesticó a los seres humanos. Nos volvió más humanos. Este proceso duró hasta hace unos 4,000 años, cuando aparecieron las primeras relaciones coercitivas, primero los señoríos o jefaturas y después las sociedades estatales cada vez más complejas. 

Con el advenimiento de la modernidad, urbana, industrial y racionalista, esa
relación terminó siendo anulada. A los ojos de los modernos, la naturaleza pasó a convertirse en un sistema, en una máquina, a la que había que analizar y escudriñar a través de la ciencia para extraerle sus riquezas. De la naturaleza
como entidad sagrada se pasó a la naturaleza como recurso a explotar,
como capital natural. La naturaleza se convirtió en la esclava de la
humanidad.
Este fenómeno que Morris Berman (1987) llamó el
“desencantamiento del mundo”, se halla en la esencia de las llamadas
catástrofes o desastres naturales. 

Hoy, por fortuna, tras más de cinco décadas de un conocimiento a
contracorriente, que ha partido en dos a la academia, la naturaleza ha
recobrado su voz por conducto de la ciencia.
No de cualquier ciencia, sino una ciencia comprometida con la emancipación social y el rescate ambiental
del mundo. Es esta ciencia la que nos ha documentado con enorme detalle sobre la crisis ecológica de escala global, sobre el calentamiento del planeta, y
la que también nos está marcando nuevas pautas para la liberación social y la transformación civilizatoria (Toledo, 2019). 

Ha llegado la hora de expulsar las tentaciones irracionales y monstruosas de las élites, que fincan sus gobernanzas en el odio a los otros, en la exclusión, en el exterminio y en la guerra, en la negación del conocimiento razonado, en la “barbarie de la pureza” (Ospina, 1994) y especialmente en la destrucción de la naturaleza. Los ecocidas son clasistas, racistas y finalmente fascistas. Son los estertores finales de una casta o clase que ha dominado al mundo durante los
últimos 4,000 años, cambiando de nombre, disfraz, gestos, máscaras,
maneras, pero manteniendo la misma actitud de soberbia y desprecio por los otros. Son los señores, sátrapas, faraones, dictadores, reyes, emperadores y
magnates de siempre, en contubernio muchas veces con los burócratas y los adoradores del Estado. El mundo irracional e injusto ha tocado fondo. 

Jamás una minoría de minorías había dispuesto de tanta riqueza y poder para aplastar al resto. Los ciudadanos organizados deben acometer, rodear y vencer a esas minorías que buscan esconderse tras muros de ignominia o vivir respaldados por gigantescos ejércitos y millones de soldados. La fórmula secreta para lograrlo es cooperación, solidaridad y organización de la fuerza indestructible que significa el poder social, popular o ciudadano. Ello significa recuperar la memoria de la especie, hoy resguardada en los pueblos originarios y tradicionales del mundo. La paz del mundo sólo vendrá de forma plena e irreversible cuando el último de los explotadores sea eliminado por una sociedad basada en el equilibrio, la equidad y la aplicación estricta de los derechos universales de los hombres, que es el verdadero gran legado del mundo moderno. 

Llegó la hora de romper los límites ficticios de las fronteras que han marcado los Estados-Nación, para construir un solo mundo, que es a la vez biológica y culturalmente diverso y sexualmente polícromo, y en donde el rol de las mujeres deberá ser reconocido, dignificado y valorado en su verdadera
dimensión. Donde la inmigración se habrá diluido porque habrá libre tránsito. Los seres humanos podrán caminar todo el planeta y no habrá más pasaportes que su propia existencia y su dignidad de seres humanos, porque “hay que sentir con entraña de humanidad”, como lo señaló José Martí. Llegó la hora de practicar un radicalismo sensato, porque como lo dijimos en el 68, “ceder un poco es capitular demasiado”. 

Hoy es la hora de los hornos, del retorno al arte de la agricultura delicada, de la economía social y solidaria, del ensanchamiento de toda forma de cooperativa, de una ciencia para los pueblos y no para las corporaciones, y de tecnologías humanizadas y democráticas. Entremos a la época en la que comenzará a practicarse una educación libre y libertaria, sin escuelas racionalistas y supresoras de la creatividad. Una escuela de seres sentipensantes, no una fábrica de obedientes soldados industriales o de robots que se nombran científicos. 

Llegó la hora de cerrar las fábricas de automóviles, el ogro industrial que mata
cada año a un millón de seres humanos, a dejar confinados bajo la tierra el petróleo y el gas, a cerrar para siempre los bancos y las corporaciones y sustituirlas por cooperativas de ahorro y de trabajo y por empresas familiares, a prohibir los campos de concentración donde fenecen millones de animales
(cerdos, pollos, reses), a retornar a los paisajes diversificados y a las selvas exuberantes, a enverdecer las ciudades y convertir los parques y baldíos en zonas de producción barrial de alimentos, y a acabar con los extensos campos de golf y con los descomunales latifundios de cultivos transgénicos.

Necesitamos ya una ecopolítica, una biopolítica, una política por, para y con la vida. 

Foto: ZayacSK/Shutterstock

Este articulo aparecio primero en la Revista de la Universidad Iberoamericana, IBERO 66: 16-19, febrero del 2020.

Referencias 
Berman, M., 1987, El reencantamiento del mundo, Editorial Cuatro Vientos, 343
pp.
Berman, M., 1992, Cuerpo y Espíritu, la historia oculta de Occidente, Editorial
Cuatro Vientos, 418 pp. 
Cioran, E. M., 1991, Breviario de podredumbre, Taurus Ediciones, 195
pp.Ospina, W., 1994, Es tarde para el hombre, Literatura Random House, 116
pp. 
Toledo, V. M., 2019, Los civilizionarios. Repensar la modernidad desde la
ecología política, UNAM/Juan Pablos Editores,187 pp

Victor M. Toledo
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    1. Comparto el espíritu del escrito: su intencionalidad y diagnóstico. Pero por lo mismo, me parece lamentablemente insuficiente y hasta peligroso, no enfrentar al desafio que implica llevar a la realidad este espíritu. Creo ya no hace falta saber a donde necesitamos ir como sĺ por donde ir, y saber exactamente qué y cómo hacerlo. En su momento el llamado de la socialista Flora Tristán, esculpido sobre la lápida de Marx: “¡trabajadores del mundo, unios!”, obviamente no fue suficiente para frenar a la hidra capitalista. Ahora lejos de un discurso empático para con los dominados lo que todos necesitamos son miles de páginas explicando a detalle técnicas radicales; siempre cuidadosas de que el remedio no sea peor que la enfermedad.

    2. Por una ecopolítica, una biopolítica, una política por, para y con la vida.
      Por
      una economía sustentable
      Un mundo multicultural
      Para un mundo donde se viva bien y con justicia

  1. Hermoso, cierto, necesario y urgente. Suscribo este manifiesto que resuena en lo que pienso pero sobre todo en lo que siento y gracias a este duplo del sentir-pensar, actuó en resonancia con la lucha por la tierra y por la vida. Hay que platicar querido Victor, que tú caminar, tu hacer y tú sentir-pensar llegué a muchos corazones, ya sabes aquí en Huerto Roma Verde eres inspiración y ejemplo siempre. Manifestamos el Manifiesto aquí, en este espacio en resistencia contra todos aquellos Demiurgos que bien relatas.

  2. Firmo este manifiesto con la convicción de que un mundo mejor es posible, un mundo que respete a la naturaleza y a todos los seres vivos del planeta.

  3. Creo que los pueblos originarios siempre han valorado y reconocido que somos uno ser vivo más en la tierra, que los avances cientificos y teconologicos a tráves del academicismo no vendieron una idea de vida globalizáda y civilizatoria economica que nos esta llevando a la destrucción.

  4. Estoy de acuerdo! Necesitamos deslindar una visión del mundo para enfrentar el colapso civilizatoria. Para lo cual necesitamos custodiar el lenguaje SIGNIFICANTE. Más allá de fonéticas, ortográficas o gramáticas nacionales, cuidar nuestra pragmática de organismos vivos parte de la biodiversidad del oikos terreno. Un lenguaje del que conoce su existencia orgánica y nombra al mundo a partir de su capacidad metaforizante. Es la manera de humanizar al mundo y organizarlo. El capitalismo ha llegado al extremo de querés monopolizar nuestro psiquismo, separándolo de la percepción del cuerpo a través de la imposición del lenguaje que niega la función evolutiva de cada cuerpo finito de reproducción sexuada. Debemos afrontar estos embates, organizándonos a través del arte

  5. Somos la generación de la reconciliación. Trabajamos desde hace tiempo ya por conseguir este objetivo. Hemos conseguido la independencia familiar, y actualmente estamos en el proceso de generar una comunidad resiliente. Aún así, seguimos involucrados en los engranes del sistema para impulsar el cambio de paradigma. Este manifiesto es de una lucidez maravillosa. Suscribimos incondicionalmente. Para nosotros alza un estandarte propio. Reconocemos el llamado y estamos atentos a las acciones.

  6. Gran parte de todo ésto está considerado en los Principios que está manejando nuestro gobierno de la CUARTA TRANSFORMACIÓN y en las ideas que proyectó nuestro Presidente MANUEL LÓPEZ OBRADOR desde sus inicios como Luchador Social.

    1. Andrés Manuel podrá tener la intención de luchar por la sociedad, pero solo la de unos cuantos, y eso no es diversidad. Menos de luchar por la tierra, animales, agua y energías limpias. Está lejísimos de esos propósitos como lo ha demostrado con sus proyectos destructivos en la selva y todos los demás. Una pena.

  7. Totalmente de acuerdo.
    Muchas felicidades maestro Víctor Manuel Toledo.
    Podemos lograrlo!!… Un mundo de Bienestar general, por la vía pacifica. Donde el egoísmo de la corrupción sea trastocado por principios opuestos, para dar lugar al cooperativismo comunitario.
    Un abrazo

  8. Espero vivir para ver el momento en que seamos conscientes de estas realidades y hagamos lo que nos sugiere el maestro Toledo, cuando cada uno de nosotros entienda en lo mas profundo de su ser que con nuestro estilo de vida actual eso no será posible. ¿Prescindir del auto?, ¿dejar de comer carne?, ¿no comprar gadgets?, imposible, ¿cierto?

  9. Gracias Víctor por tu sabiduría, iluminando un nuevo sendero de sanación ecobiopolítica. En Valle de Bravo impulsando una nueva visión geosocial por microcuencas y ríos. Con amor y confianza. ?

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