La primera presidenta de México promete restitución completa y reconocimiento de sitios sagrados mientras líderes Wixárika celebran una justicia largamente esperada en las montañas de Nayarit.
LA YESCA, Nayarit — Bajo un cielo azul y la mirada atenta de las montañas de la Sierra Madre, la primera presidenta de México hizo historia el 8 de mayo de 2025. Claudia Sheinbaum llegó al territorio Wixárika con noticias que generaciones habían esperado escuchar: la restitución de más de 5,956 hectáreas (14,747 acres) de tierra ancestral a las comunidades de San Sebastián Teponahuaxtlán y su anexo, Tuxpan de Bolaños.
Fue un momento profundamente simbólico — no solo por lo que ofrecía materialmente, sino por el reconocimiento que conllevaba.
“Por eso hoy, en mi primera visita con ustedes, vengo con algo en nuestras manos y en nuestros corazones: estamos devolviendo 5,000 hectáreas al pueblo Wixárika que les fueron arrebatadas durante muchos períodos — porque esto se remonta a la era colonial, a la invasión española, y posteriormente a muchos gobiernos que no reconocieron la importancia de los pueblos indígenas. Además, vamos a cumplir con lo que están pidiendo: el reconocimiento de todos sus sitios sagrados”, dijo Sheinbaum durante la ceremonia en La Yesca.
—Presidencia de la República, 8 de mayo de 2025
El anuncio fue el último paso en el largamente prometido Plan de Justicia para el Pueblo Wixárika, un marco destinado a resolver un conflicto agrario persistente que ha estado latente durante más de un siglo. Durante la última década, el pueblo Wixárika ha ganado 11 resoluciones judiciales que confirman su propiedad de más de 10,000 hectáreas de tierra en disputa que el gobierno confiscó incorrectamente y puso a la venta hace más de 100 años. Sin embargo, a pesar de las resoluciones judiciales, la aplicación de estas había quedado rezagada.
Las raíces del conflicto se remontan a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando las tierras comunales indígenas fueron expropiadas por el Estado mexicano bajo las reformas agrarias porfirianas y posteriormente privatizadas durante una serie de transacciones cuestionables. Gran parte de esta tierra fue vendida sin el consentimiento de las comunidades Wixárika, a menudo a ganaderos no indígenas que reclamaron la propiedad legal a través de títulos emitidos por el estado.
Aunque la Constitución Mexicana de 1917 reconoció los derechos comunales sobre la tierra de los indígenas, en la práctica estos derechos fueron frecuentemente ignorados — particularmente en áreas remotas como la Sierra del Nayar, donde la aplicación de la ley era laxa y la voluntad política estaba ausente.
A lo largo del siglo XX, las comunidades Wixárika intentaron recuperar sus tierras a través de peticiones legales y administrativas, pero rutinariamente fueron obstaculizadas o se les negó el acceso a la justicia.
En 2016, después de años de victorias legales sin aplicación y poco apoyo de las fuerzas del orden, miembros de la comunidad tomaron acción directa al reclamar una de las parcelas que les había sido otorgada por los tribunales. A pesar de enfrentar amenazas de los ganaderos no indígenas que aún ocupaban la tierra, siguieron adelante. Al año siguiente, dos líderes comunitarios, Miguel Vazquez Torres, y su hermano, el abogado Agustín Vazquez Torres, fueron asesinados en un caso ampliamente considerado como vinculado a la disputa por la tierra. La investigación se estancó y los asesinos quedaron impunes.
Siguieron años de inacción — hasta que la Caravana por la Dignidad y la Conciencia de 2022, combinada con una creciente presión legal, ayudó a impulsar a la administración de López Obrador a lanzar el Plan de Justicia e iniciar el proceso de devolución de las tierras en disputa.
La nueva asignación de 158 millones de pesos por parte del gobierno está destinada a compensar a 15 ganaderos no indígenas que actualmente ocupan la tierra — un esfuerzo para asegurar una transición pacífica y digna.
Para los Wixárika, esto es más que un hito legal. Es una obligación sagrada. Sus antepasados han caminado por esta tierra durante milenios, y su identidad está entrelazada con las montañas, ríos y sitios sagrados que salpican el territorio.
En 2022, cientos de hombres, mujeres y niños Wixárika emprendieron un viaje de casi 1,000 kilómetros a pie desde su tierra natal en Jalisco hasta la Ciudad de México en la Caravana por la Dignidad y la Conciencia Wixárika, exigiendo que el gobierno cumpliera con sus obligaciones legales.
La promesa de la presidenta Sheinbaum de continuar la restitución hasta que el 100% de la tierra sea devuelta marca un punto de inflexión — uno que muchos esperan señale no solo un cambio en la política, sino una transformación en la relación entre el Estado mexicano y sus naciones indígenas.
Misael Cruz de Haro, Presidente de la Comisión de Bienes Comunales de la comunidad Wixárika, expresó gratitud por el compromiso del gobierno:
“Este día quedará grabado en la memoria de nuestra comunidad como un acontecimiento histórico. A ocho meses de su administración, hemos visto resultados que representan un equilibrio entre espiritualidad y bienestar material. Bajo su liderazgo, seguiremos construyendo acuerdos que influirán en la abundancia y prosperidad financiera para seguir cumpliendo con la restitución de nuestras tierras sagradas, porque no habrá autonomía sin territorio.” Misael Cruz de Haro, citado en TallaPolitica.com
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