Donde la Sabiduría Indígena se Encuentra con la Justicia Ambiental: Un Viaje a través de las Américas
Queridos Amigos del Proyecto Esperanza,
Al reflexionar sobre 2024, nuevamente me impacta la profunda sabiduría y resiliencia demostrada en las comunidades de las Américas. Desde las aguas sagradas de los Andes hasta las Black Hills de Dakota del Sur, desde el amenazado Bosque de Agua de la Ciudad de México hasta la Sierra Nevada de Colombia, las historias de este año han tejido un tapiz de esperanza, resistencia y regeneración.
El agua emergió como tema central este año – no solo como recurso, sino como una confianza sagrada. La revolución del agua de Vilcabamba, la Declaración Nuwiaka desde el Corazón del Mundo en Colombia, y la defensa de las cuencas hídricas de las Colinas Negras por las tribus Lakota, todas hablan de una conciencia global emergente sobre la protección del agua. Estos protectores del agua nos muestran que la defensa ambiental es inseparable de la preservación espiritual y cultural.
El liderazgo indígena continúa iluminando el camino hacia adelante. Fuimos testigos de la poderosa convergencia del Águila y el Cóndor durante la reunión del Equinoccio de Primavera en las pirámides mayas de Palenque, y nuevamente durante el épico recorrido de las Jornadas de Paz y Dignidad desde Alaska hasta la Patagonia. Lo vimos en el resurgimiento de la agricultura tradicional a través del cultivo de cáñamo nativo en Wounded Knee Creek, y la apasionada defensa del maíz nativo en Guadalajara. Estas iniciativas son solo algunas de las historias que demuestran cómo la sabiduría ancestral puede guiarnos hacia un futuro más sostenible.
En tiempos de división política y crisis ambiental, hemos visto a las comunidades responder no con desesperación sino con soluciones creativas y acción colectiva. Desde la victoria de justicia ambiental en El Paso hasta la innovadora fusión de circo y ambientalismo en la Ciudad de México para proteger cuencas vitales, los movimientos de base nos están mostrando cómo construir puentes y encontrar aliados inesperados.
La transformación de recolectores de basura en recicladores reconocidos en Oaxaca y las iniciativas innovadoras de reciclaje en Nayarit nos recuerdan que el cambio positivo a menudo comienza en los márgenes, con aquellos que la sociedad ha pasado por alto.
Al entrar en 2025, estas historias nos recuerdan que la esperanza no es pasiva – es una fuerza activa que se manifiesta cuando las comunidades se unen para proteger lo que consideran sagrado. Ya sea defendiendo el agua, reviviendo la agricultura tradicional o construyendo nuevos modelos de justicia ambiental, nuestros contribuyentes han demostrado que las semillas del cambio ya están germinando.
Estas historias importan ahora más que nunca. En un panorama mediático dominado por la crisis y el conflicto, El Proyecto Esperanza ha mantenido su compromiso de amplificar las voces de esperanza y las soluciones prácticas. Hemos viajado a comunidades remotas en los Andes, nos hemos unido a ceremonias indígenas en las Colinas Negras y hemos documentado innovaciones de base en centros urbanos – siempre buscando entender y compartir la sabiduría más profunda que puede ayudarnos a atravesar estos tiempos desafiantes.
Mientras miramos hacia 2025, queremos continuar trayéndoles estas historias vitales de transformación. Nuestro trabajo es posible gracias a lectores como ustedes que creen en el poder del periodismo enfocado en soluciones. Algunos de ustedes ya han dado mucho, y por esto expresamos nuestra más profunda gratitud. Otros quizás han estado esperando hasta ahora. Si estas historias los han conmovido, inspirado o ayudado a ver nuevas posibilidades este año, por favor consideren apoyar al Proyecto Esperanza con un regalo de fin de año. Su contribución ayuda a asegurar que estas voces de esperanza continúen llegando a una audiencia más amplia.
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Gracias por ser parte de esta comunidad de esperanza. Juntos, estamos tejiendo una nueva narrativa – una que muestra cómo la sabiduría ancestral y la innovación moderna pueden iluminar el camino hacia adelante.
Con gratitud y esperanza,
Tracy L. Barnett
por el equipo del Proyecto Esperanza
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