menu Menu
Los Qhara Qhara: Hacerse amigo del enemigo
By El Proyecto Esperanza Posted in on 11 noviembre, 2023 0 Comments
Previous page Next page

Por Tracy L. Barnett y Hernán Vilchez

Tata Erasmo Ugarte, médico tradicional de una comunidad originaria de los valles interandinos del norte de la ciudad boliviana de Sucre, conoce su medicina como a su propia familia. Fue su padre, el amauta del milenario pueblo establecido dentro del Territorio Indígena Marka Valle Tinguipaya de Poroma de la Nación Qhara Qhara, quien le enseñó todo lo que sabía sobre curar, tanto de forma espiritual como con plantas.

Cuando escuchó la noticia del nuevo y extraño virus que estaba dando la vuelta al mundo, una cosa le quedó muy clara: Similar a lo que hicieron los Kallawaya a más de mil kilómetros al norte, tendrían que ir a su montaña sagrada para que interceda ante esta desconocida entidad. 

Esta historia es parte de “Cosmovisión y Pandemia: Respuestas Indígenas a la Actual Crisis Civilizatoria — Episodio 2, El Legado de los Andes,” producida por El Proyecto Esperanza con apoyo del Pulitzer Center on Crisis Reporting y The One Foundation. Vea el documental, lea las otras historias, descargue el PDF y explore la serie transmedia completa AQUÍ.

Tata Erasmo camina en el campo recolectando plantas para sus medicinas. (Imagen de Cosmovisión y Pandemia: El Legado de los Andes/El Proyecto Esperanza)

Tata Erasmo recordó la epidemia de cólera que veinte años atrás se había llevado  a varios de sus vecinos, a pesar de los esfuerzos de todos los curanderos del valle. Temía que el tal coronavirus fuera tan malo, o aun peor.

Entonces, al igual que otros pueblos tradicionales a lo largo de los Andes, se convocó a toda la comunidad, y un domingo se dirigieron a su montaña más sagrada, y la más alta en la región, el cerro Tauwayio, para celebrar un ritual en el sitio ceremonial que se encuentra cerca de la cima. Con voz suave y pausada, Tata Erasmo nos relata los detalles.

“Entonces hicimos un ritual pidiendo que no llegue un virus a este lugar”, cuenta el Tata. “Si es que llega, entonces hay que hacer como vulgarmente le llamamos, hay que hacer compadres, abuenarse. Y así hemos dado a la Pachamama ofrenda al Tata Inti, al Tata Dios”.

To read this story in English go to Qhara Qhara: Befriending the enemy

Tata Erasmo mezcla y coce todas sus medicinas en una olla de barro sobre una fogata en su patio. (Imagen de Cosmovisión y Pandemia: El Legado de los Andes/El Proyecto Esperanza)

Pidieron un milagro, para que no les pasara nada. Y pidieron perdón.

“Es como en el campo, los pueblos indígenas saben siempre perdonarse.” Con el incienso, llamaron al virus, pidiéndole que los perdonara por sus errores. “Entonces lo hacían humear y la bandera blanca batían. Pase, hermano, decían”.

Y esperaron. 

Quizás fuera un castigo, reflexionaba Tata Erasmo; tal vez era solo un virus creado por el hombre que se había escapado de algún laboratorio. También conocían de las experiencias con el sarampión, la escarlatina y otras enfermedades en épocas no tan lejanas. “Igual también hacían nuestros abuelos. Con la bandera blanca hacían pasar”.

Pasaron la fría noche en la montaña y a la mañana siguiente su padre, el amauta Julián Ugarte Choque, les relató su sueño. “Soñó que no iba a pasar nada, a pesar de que iba a llegar (la enfermedad). Y cómo había que hacer hermandad con la pandemia, para que pase nomás”.

Tata Erasmo junto con su padre, Amauta Julián Huarte Choque, sentados afuera de su casa. (Imagen de Cosmovisión y Pandemia: El Legado de los Andes/El Proyecto Esperanza)

El sueño resultó ser profético. Muchos se infectaron con el virus, pero pocos enfermaron gravemente, y todos los que se quedaron en la comunidad se curaron. De los que fueron a recibir atención en los hospitales de la ciudad más cercana, Sucre, varios fallecieron. Sin embargo no hubo muertes por Covid entre los Qhara Qhara que trataron la enfermedad con sus medicinas tradicionales. Así nos lo corroboró Felicidad Ibarra, defensora de los derechos humanos de dicha nación, en mayo de 2023. 

“En Marka Poroma, Tata Fidel Condori, como también Tata Erasmo Ugarte, con los conocimientos de Tata Julián Ugarte, han podido elaborar medicina para prevenir y curar específicamente la enfermedad del Covid, que pese a ser una enfermedad que nadie conocía, pues han logrado elaborar productos para el tratamiento”, recuerda Ibarra. “Y les ha funcionado. Han sanado a mucha gente, no solamente de la nación Qhara Qhara, también de otros territorios e incluso fueron a dar charlas a otras Naciones como los Chuwis y Yamparas. Ha sido fuerte; la gente se ha enfermado en cantidades, y Marka Quila Quila fue la más afectada, por su cercanía a la Ciudad de Sucre, pero todos se han sanado”.

Hubo un fallecido en Quila Quila, una mujer mayor quien tenía dos enfermedades de base. El resto de las personas lograron sanarse con pura medicina ancestral, asegura Ibarra. 

“En Marka Poroma, si bien hubo gente que enfermó, no hubo que sepamos, ningún fallecido por ello”.

Felicidad Ibarra, estudiante de derecho y líder de derechos humanos Qhara Qhara desde hacer largo tiempo, en Sucre en la primavera del 2023 hablando sobre los estragos de la pandemia en los territorios Qhara Qhara y la lucha por la autonomía y la defensa de sus tierras. (Imagen de Cosmovisión y Pandemia: El Legado de los Andes/El Proyecto Esperanza)

El Reconocimiento de una Nación

La Nación, o Suyu, Qhara Qhara, es un pueblo de habla quechua que habita en los departamentos bolivianos de Potosí, Chuquisaca, Cochabamba y Santa Cruz. Han luchado por el reconocimiento de sus tierras ancestrales desde la época colonial, y a lo largo de los años han logrado reconstituir 10 de sus territorios originales, a los que llaman markas o jatun ayllus, de los cuales solo seis han podido obtener su titulación legal. 

Los otros cuatro, incluido los más emblemáticos por su lucha de acceso a la tierra como la Marka Quila Quila y la Marka Valle Tinquipaya de Poroma, continúan luchando por sus escrituras, para poder defender sus tierras de las amenazas de divisiones político-sociales por intereses económicos. La lucha jurídica de ambas markas se reactivó, después de una obligada pausa por la pandemia.

Tiempos convulsos en los que la Nación Qhara Qhara compartió medicina y solidaridad con otros pueblos y organizaciones indígenas, como por ejemplo en ámbitos como la Coordinadora Nacional de Territorios Indígenas Originarios Campesinos y Áreas Protegidas, desde donde militantes como Ibarra comparten esta lucha activa junto a otros jóvenes líderes, acompañando las batallas legales de las autoridades originarias desde hace ya una década.

El horno de barro de Tata Erasmo fue construido cuidadosamente y casi siempre tiene dentro una olla con medicina cocinándose. (Imagen de Cosmovisión y Pandemia: El Legado de los Andes/El Proyecto Esperanza)

Tata Erasmo: Curación con plantas y con abejas

Las artes curativas de Tata Erasmo se basan en un estudio profundo de la naturaleza por miles de generaciones que ejercitaron insistentemente la prueba y el error y transmitieron su conocimiento a través de los siglos. Al igual que las medicinas de los Kallawaya, las de los Qhara Qhara consisten en una combinación de decenas de plantas que estimulan el sistema inmunológico y tratan el conjunto de síntomas que suelen presentarse, en una mezcla perfecta e infalible de hierbas dulces y picantes. 

Pero como cada practicante agrega su propio toque especial, los medicamentos de Tata Erasmo, incluyen otro ingrediente clave: el propóleo, al que se refiere como “cera amarga”, y que elabora con sus propias colmenas.

“Para toda enfermedad es buenísimo,” dice el sanador. “Nuestros abuelos nos han enseñado eso, y no hemos olvidado”. 

Para Erasmo, toda medicina de una forma u otra proviene de la naturaleza, incluso los productos farmacéuticos, que a menudo se inspiran en sustancias y procesos naturales. La ventaja de la medicina tradicional, dice, es que “lo que hacemos es natural y fresco”.

Durante la crisis sanitaria, todos los días preparaba nuevos lotes de sus jarabes y los iba a entregar a los pacientes que presentaban síntomas, guardando la distancia para no contagiarse. En uno o dos días se curaban, asegura.

Organizó reuniones y animó a otras personas a hacer lo mismo, compartiendo ingredientes y técnicas, para que cada familia pudiera tener su propio botiquín de primeros auxilios.

Tata Erasmo con su esposa y asistente, Mama Rosita, trabajando en preparar las medicinas. (Imagen de Cosmovisión y Pandemia: El Legado de los Andes/El Proyecto Esperanza)

Algunos de los pobladores que fueron internados o de visita al hospital de Sucre al volver contaron lo que vieron. Erasmo se estremece al recordar los ventiladores y bolsas de plástico en el rostro de los pacientes. “No había aire fresco como aquí en el campo; no podían respirar aire puro. Varios de ellos murieron”. 

Los que fallecieron en el hospital fueron incinerados, lo que agravó el dolor de sus familiares, que culturalmente acostumbran a enterrar a sus difuntos. Las historias se filtraron a la comunidad, y la mayoría de los aldeanos que se enfermaron decidieron quedarse en su tierra para intentar curarse en casa.

“Si llega fuerte entonces moriremos en nuestros hogares, decía la gente. Pero gracias a Dios hay ni uno ha muerto aquí en el campo. Con las medicinas naturales nos hemos salvado”, recuerda Erasmo.

Rosita Guerra Albornoz, esposa y asistente de Erasmo, confirma las palabras de su marido. “No hicimos otra cosa que tomar las medicinas. Igualmente hacer oraciones, pero no ir al hospital, porque según los rumores lo aumentan más en el hospital, entonces a lo mejor uno se muere”.

“El gobierno nacional y local prefiere la medicina científica”, agrega. “Pero si bien valoramos nuestra medicina natural, en este caso quizás con ambas, podemos combatir la enfermedad”.

Para Erasmo, las razones de la pandemia no están claras, pero no duda de que su propagación y gravedad tenga que ver con el maltrato de la humanidad a la Pachamama. Señala los niveles de contaminación que arrojan las fábricas, las minas y los vehículos en las ciudades de todo el planeta. Y para Rosita, hay otro dato triste a tener en cuenta.

“Es que la humanidad ya ha sobrepasado a este mundo. Entonces tal vez puede ser por eso, ¿no? Mucha gente ya ha llenado el planeta”.

Mama Rosa en casa, en su territorio de Marka Valle Tinguipaya de Poroma. (Imagen de Cosmovisión y Pandemia: El Legado de los Andes/El Proyecto Esperanza)

La larga lucha de los Qhara Qhara

Como la mayoría de los grupos indígenas en Bolivia, los Qhara Qhara fueron forzados a la servidumbre bajo el sistema de haciendas bajo el dominio colonial español. Hasta 1952, alrededor del 90 por ciento de la tierra de Bolivia estaba en manos de solo el 6 por ciento de la población en vastas haciendas de 1.000 a 10.000 hectáreas.

El padre de Tata Erasmo, Amauta Julián, ya tiene más de 80 años y recuerda de niño la violencia que sufrió bajo los patrones o hacendados. A los 8 o 10 años escapó y se convirtió en lo que entonces se conocía como un caminante, yendo de comunidad en comunidad tratando de organizar a las comunidades indígenas para que se rebelen contra los terratenientes y se liberaran de toda esa opresión.

La revolución de 1952 y la posterior reforma agraria de 1953 acabaron con el sistema de servidumbre y entregaron tierras a los campesinos e indígenas. Pero la justicia fue esquiva para los pueblos originarios de Bolivia, quienes continuaron luchando por sus derechos. De joven el Amauta Julián siguió formando parte de la resistencia indígena en busca de tierras para su pueblo. Era una vida inimaginablemente difícil.

“En mi vida harto he sufrido ¿no?” comenta el abuelo. “En busca de justicia he sido torturado en todas partes. Los hermanos antiguos caminantes igual han sido asesinados, quemados, baleados. En varias oportunidades he sido torturado, pero no he muerto. Aquí sigo presente”. 

Cuando era joven en esos primeros años después de la revolución, recuerda ser testigo de horrores como el de un líder indígena atado a la parte trasera de un caballo y arrastrado dos kilómetros hasta su muerte; y otro, obligado a cavar su propia tumba, cubrirla con espinas y luego ser enterrado vivo. Él mismo fue electrocutado, ahorcado y golpeado, pero siempre sobrevivió.

La violencia disminuyó finalmente y el pueblo Qhara Qhara pudo vivir en sus territorios en relativa paz. Pero nunca pudieron consolidar su derecho a defender su tierra de las invasiones de los terratenientes vecinos o del gobierno.

A diferencia de muchas naciones indígenas, los Qhara Qhara pudieron obtener títulos legales de parte de la corona española sobre algunas de sus tierras en 1787, después de casi 200 años de demandas y pagos legales. Pero ni el gobierno boliviano ni sus vecinos reconocieron plenamente sus derechos, y gran parte del territorio nunca recibió las escrituras de propiedad de sus tierras. 

El Eucalipto fue una importante medicina para los Qhara Qhara durante la pandemia, así como una variedad de plantas endémicas que tradicionalmente han sido utilizadas como medicina. (Imagen de Cosmovisión y Pandemia: El Legado de los Andes/El Proyecto Esperanza)

Mientras tanto, personas no indígenas comenzaron a mudarse, comprar y desarrollar tierras en los territorios Qhara Qhara. En 2006 la comunidad de Quila Quila demandó el derecho a la titulación colectiva, importante precepto para poder defender sus tierras de tal invasión y explotación, citando los derechos consagrados en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia para defender una concepción integral y colectiva de su territorio. 

Así comenzó un largo y doloroso camino para lograr la condición de Tierras Comunitarias de Origen (TCO), que les permitiría poseer colectivamente la tierra de manera tradicional. Sin embargo, a la fecha continúan con esta lucha los Territorios de Marka Poroma y Quila Quila. 

“Parte de esta lucha ante el estado, para obtener seguridad jurídica mediante un título ejecutorial, ha sido toda una odisea, porque muy ilógicamente para poder obtener los títulos, los Indígenas Originarios debían presentar como requisito ‘la personalidad jurídica’, y uno de los requisitos para la obtención de la personería jurídica es la ‘certificación ancestral’ y eso lo otorga el mismo estado”, explica Ibarra. “En ese sentido iba totalmente contra la naturaleza indigena, ya que los Tata Autoridades decían, dónde se ha visto que sea el hijo quien reconozca y certifique quién es su padre?”

“Hablando de Marka Poroma, ha avanzado la titulación individual, y se redujo la titulación colectiva”, continúa Ibarra. “Ya hay titulaciones individuales como granitos dentro del territorio. Entonces con el tiempo, creemos que ello puede traer conflictos sociales al interior de cada comunidad, porque se rompe la forma de vida colectiva, la vivencia armónica, al haber personas dentro que practican otras maneras de vivir. Los Indígenas aplican justicia para su gente cuando hay faltas a su cosmovisión cultural de valores comunes e integrales, y lo que proyectan los asentamientos foráneos son intereses individuales, y hasta mercantilistas en algunos casos, alejados de los principios comunitarios”.

Asimismo, menciona que no solo luchan contra instituciones del estado, también lo hacen contra las empresas que quieren entrar a sus territorios, con fines de explotación de recursos que hay al interior de sus tierras. 

“Es increíble, pero penosamente el primer vulnerador de los derechos indígenas originarios es el mismo gobierno, porque el Estado a través del AJAM (Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera) es quien se encarga de dar concesiones de tierras a empresarios, y es también el que otorga licencia ambiental sin consulta previa a los territorios indígenas”. 

Tata Erasmo preparando sus medicinas. (Imagen de Cosmovisión y Pandemia: El Legado de los Andes/El Proyecto Esperanza)

Las peticiones de las comunidades de los diferentes Territorios de la Nación Qhara Qhara ante el gobierno para detener los abusos y restituir sus tierras no fueron atendidas. Por ello en 2019, frustrados por la falta de una acción clara sobre su caso, los Qhara Qhara irrumpieron en el centro de atención nacional al liderar una marcha de 41 días de caminata hasta la sede del gobierno nacional.  Recorrieron a pie más de 400 kilómetros hacia La Paz, junto con otras naciones indígenas que se sumaron en el camino.

“Después de 41 días de marcha estamos totalmente firmes en hacer que el Gobierno escuche nuestro pedido de lo que dice la Constitución”, aseguraba la Máxima Autoridad, o Kuraka, de la Nación Qhara Qhara, Mario Chincha,  en una entrevista con EFE.

El Kuraka explicaba que lo exigido era el cumplimiento de sus derechos, que no pueden ser “violados ni negociados”, ya que “todos los que vivimos en este Estado plurinacional debemos respetar la Constitución”.

El gobierno descartó la intervención, acusando a los manifestantes de recibir financiamiento de ONGs para realizar la protesta y socavar el gobierno de Evo Morales.

“Ha sido muy duro para la Nación”, recuerda Ibarra. “Se cuestionaron a algunos líderes y autoridades, a los que tildaban de ONGistas, de haber sido financiado por la derecha”.

Fue dolorosamente injusto, dice Ibarra, porque nunca buscaron politizar el movimiento.

“Dentro de la cosmovisión indígena no existe ni la derecha ni la izquierda. Esas son ideologías que traen de otros territorios y continentes incluso, para que nos puedan mentalizar y decirnos quién es el bueno y quién es el malo, cuando en realidad dentro de la cosmovisión todos somos iguales”.  

Algún día todo lo que estamos haciendo lo van a valorar otros.

Mama Kuraka Martina Orcko
Lideresa Qhara Qhara

Ibarra asegura que el violador de derechos indígenas en este caso ha sido el Estado en primer lugar, dando cabida a los atropellos, y luego la justicia, “esta institución no es imparcial, no es digna, no goza de credibilidad, porque está a favor de quien está de gobierno de turno, y un solo pueblo indígena ante todo un aparato estatal, queda en desventaja para hacer prevalecer sus derechos”. 

Como contraste, recuerda a los ancianos en la marcha. “Ahí entendí la gran fortaleza de los tatas que se iban así, con ojotas todo el camino, con los pies sangrados”. 

Entre ellos, una pareja de Potosí que ejercían de autoridad tradicional en su comunidad, él de 85 y ella de 82. 

“Algún día todo lo que estamos haciendo van a valorar otros”, decía la Mama Kuraka Martina Orcko, autoridad y esposa de Tata Mario Chincha. 

“Los que iniciamos somos pocos, pero cuando los atropellos sean más, en todos lados seremos una mayoría; ojalá no sea tarde para rescatar nuestro territorio”.

Ibarra también recuerda una intensa conversación entre los dos Kuraj Kuraka (máxima autoridades) de dos naciones, Tata Mario Chincha de los Qhara Qhara y Tata Claudio Zenteno de los Suras. Zenteno le insistía a su colega, “En Qhara Qhara, si las markas y jatun ayllus lograran la autonomía, así en seguidilla vendrán los demás”. 

En el camino se les unieron varias naciones, como Jach´a Suyu Pakajaqi, Lupaka, Chuwi, Jacha Karangas, Tacana, Killakas, Uchupiamonas, Mojeños, y otras, así mismo la combativa CONTIOCAP, junto a otras resistencias y activistas de derechos humanos del país andino.

Según Ibarra, los Qhara Qhara han tenido claro desde el principio que buscaban reformas legales y derechos territoriales para todos los pueblos indígenas, no sólo para su propia nación. Y paso a paso, están progresando. 

“Cuando llegó esa enfermedad pandémica como le llaman, los pueblos indígenas vimos qué tenemos en el lugar. Como ven, estas hierbas son medicinas. Entonces con eso nos hemos curado. Nos hemos apurado a hacer más medicina, y con eso hemos salvado las vidas de nuestros hermanos y hermanas”. (Imagen de Cosmovisión y Pandemia: El Legado de los Andes/El Proyecto Esperanza)

Pandemia y Resistencia

En marzo de 2020, justo cuando la pandemia llegó a Bolivia, los Qhara Qhara recibieron una noticia que abrió una esperanza. La Comisión de Derechos Humanos de Bolivia respaldó su larga lucha legal, enviando una recomendación al gobierno interino de Jeanine Añez para que reconozca el derecho de propiedad colectiva de dicho pueblo. Pero la administración que había asumido luego del golpe institucional contra Morales, ignoró ese pedido y continuó tramitando las títulaciones individuales en las tierras Qhara Qhara. 

Según Samuel Flores, secretario permanente del Tribunal de Justicia Campesino Indígena Nativo y exlíder de la Marka Quila Quila, la comunidad está a punto de perder su tierra.“El riesgo ahora es quedar sin territorio, es el gran riesgo, porque al entregar gran parte de nuestras tierras a terceros, van a afectar nuestro hábitat, ahí estarían atentando contra nuestros derechos colectivos de la tierra y el territorio”.

Hasta mayo de 2023, 15 años después de que la Nación Qhara Qhara hubiera iniciado formalmente la demanda por la titulación definitiva, el caso aún sigue en proceso. 

Es increíble, pero penosamente el primer vulnerador de los derechos indígenas originarios es el mismo gobierno.

Felicidad Ibarra
Defensora de los derechos humanos Qhara Qhara

Pero a pesar de lo difícil de los últimos años, para Ibarra algo bueno ha salido de la experiencia vivida en la pandemia. Con el regreso al territorio de muchas personas que radicaban en las ciudades, se reforzó la conexión con la tierra. Algunos limpiaron chacras abandonadas durante mucho tiempo y arreglaron sus casas; otros construyeron viviendas nuevas, una vez más plantando y cuidando las semillas que ya habían sido casi olvidadas. Los vecinos comenzaron a reencontrarse y las familias renovaron sus lazos. La fe en las antiguas medicinas y tradiciones resurgió, al igual que en las comunidades indígenas de otras naciones. 

En estos tiempos de crisis, se puso a prueba el ayni, la minka, la solidaridad, la reciprocidad; la aplicación plena de los principios y valores humanitarios de los pueblos andinos. “Nos ha hecho dar cuenta de quiénes son nuestros aliados, entre quiénes podemos unir lazos de amistad como naciones, cómo podemos avanzar, cuáles son nuestras fortalezas, cuáles son nuestras debilidades”, concluye Ibarra. 

“Como otras lecciones aprendidas de la época de pandemia, se ve que hay una crisis en la humanidad, hay una explotación del hombre por el hombre mismo, no hay respeto a los demás seres vivos; una realidad cruda, donde los derechos de algunas personas pesan más que los derechos de los otros”. 

Los jarabes medicinales de Tata Erasmo contienen una larga lista de ingredientes herbales medicinales, así como miel y propóleo de sus propias abejas. (Imagen de Cosmovisión y Pandemia: El Legado de los Andes/El Proyecto Esperanza)


Previous page Next page

keyboard_arrow_up