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Desalambrando Wirikuta: cae una cerca — y se levanta una Esperanza
By Tracy L. Barnett Posted in Mexico, Wirikuta, Wixárika on 9 octubre, 2025 0 Comments
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Historia y fotos por Tracy L. Barnett
Para Mexico News Daily

Espesas nubes cubrían el verde semidesierto potosino en plena temporada de lluvias cuando campesinos y sus guardianes wixaritari se reunieron al borde del alambrado. Con funcionarios federales agrarios y observadores de derechos humanos presentes, los hombres comenzaron a aflojar los postes, enrollar los alambres y llevarlos en haces medidos. En sus cocinas de adobe, las mujeres preparaban grandes sartenes de huevos revueltos, ollas humeantes de frijoles y tortillas recién hechas. Esos sabores sabrosos de Wirikuta serían cargados en la parte trasera de una camioneta y llevados por los caminos de piedra para alimentar a unas 200 personas llegadas de distintos lugares para mostrar solidaridad y presenciar la historia.

Durante tres años, los miembros del Ejido Las Margaritas —parte del desierto sagrado de Wirikuta— habían resistido los intentos de parcelar y privatizar sus tierras comunales. El 26 de septiembre dieron un paso decisivo: desmontaron una cerca colocada ilegalmente que amenazaba con fragmentar no sólo su territorio, sino también un área natural protegida y la ruta de peregrinación wixárika a través del desierto, reconocida apenas unas semanas antes por la UNESCO como parte del patrimonio mundial de la humanidad.

Read the English version of this story in Mexico News Daily: On a UNESCO-recognized Wixárika pilgrimage route, a fence comes down — and hope rises.

To read this story in English, see On a UNESCO-recognized Wixárika pilgrimage route, a fence comes down — and hope rises” in Mexico News Daily

El desalambrado en territorio sagrado wixárika establece un precedente potencialmente valioso en la ley mexicana para los defensores de los derechos indígenas, ya que es la primera vez que se utiliza el Artículo 59 de la Ley Agraria para recuperar tierras comunales ejidales. (Todas las fotos por Tracy L. Barnett)

Lo que ocurrió ese día fue mucho más que el retiro de un alambrado. Por primera vez en México, el Artículo 59 de la Ley Agraria fue invocado para defender tierras ejidales como ecosistema forestal, gracias a un estudio científico que reconoce plantas del desierto —como el peyote, los mezquites, los nopales y la gobernadora— como cobertura forestal protegida. Esta articulación jurídica sin precedentes —que combina derecho agrario, derecho ambiental y derechos indígenas— estableció un precedente nacional. 

Una delegación de autoridades wixárika de San Sebastián Teponahuaxtlán y Tuxpan de Bolaños, dos comunidades hermanas en la Sierra Madre Occidental del norte de Jalisco.

Como explicó Jonathan Noyola, director de servicios periciales de la Procuraduría Agraria:

“No es un acto de confrontación. Es la restauración de la legalidad.”

El simbolismo fue poderoso. Marina Meza de Sincronía Wirikuta, un colectivo de activistas de todo el país que trabajan en defensa del lugar sagrado,lo expresó así:

“Quitar la cerca es quitar las púas que nos dividen, para que el venado corra, el conejo salte, la víbora de cascabel pase… y para que todos podamos caminar en equilibrio y en paz.”

Habitantes locales, jóvenes y mayores, participaron en la remoción de los postes y el cuidadoso desmantelamiento del cercado de alambre de púas, que fue entregado a las autoridades municipales locales. Aquí, Don Tere, muy querido por todos.
El acto de desalambrar

La gente comenzó a reunirse justo después del amanecer, bajo la luz dorada del alto desierto, en la Casa Ejidal, un conjunto de edificios de adobe en el centro del ejido. Se compartieron café, pan dulce, guantes y pinzas para cortar alambre, y poco a poco la gente se fue congregando alrededor del anfiteatro estilo kiva en el centro.

Daniel Giménez Cacho, el actor mexicano galardonado que ha acompañado la defensa de Wirikuta durante más de una década, abrió el círculo invocando a Dios, al Sol y a Kayumarie, el venado azul que guía los pasos de los peregrinos que llegan a estas tierras en busca de orientación espiritual. Su presencia subrayó la gravedad de lo que estaba por venir.

La ronda de presentaciones dejó en claro la amplitud de la reunión, que incluyó:

  • Delegaciones wixárikas de al menos tres comunidades de la Sierra Alta de Jalisco y Durango, para quienes estas llanuras desérticas son un destino sagrado de peregrinación lejos de casa.
  • Miembros de ejidos remotos, algunos de los cuales viajaron durante horas y durmieron en el autobús para solidarizarse, cada uno con sus propias luchas territoriales que compartir.
  • Defensores de la tierra de un colectivo llamado Guardianes de la Sierra.
  • Funcionarios de la Procuraduría Agraria de México, encabezados por Noyola y acompañados por la Dra. Beatriz Vera Castillo, quien supervisa la red nacional de oficinas regionales de la agencia.
  • Representantes de la Secretaría de Gobernación (SEGOB), el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). Delegados del gobierno del estado de San Luis Potosí, del gobierno de Catorce, municipio que abarca Las Magaritas y otros ejidos de la zona, y dos diputados del Congreso Nacional de México que asistieron como observadores.
  • Mauricio Guzmán, antropólogo ambiental del Colegio de San Luis, trajo a sus estudiantes, ofreciéndoles una lección viva sobre la democracia mexicana.
  • Un equipo de organizadores, documentalistas y otros profesionales con diversas habilidades de Sincronía Wirikuta.

Luego vinieron las cuestiones logísticas. Tunuari Chávez, asesor legal de los ejidatarios y Sincronía Wirikuta, explicó el plan de acción: la cerca, una vez desmontada, sería entregada al gobierno municipal para evitar que se utilizara como instrumento de división. Aproximadamente 60 ejidatarios y simpatizantes realizarían el trabajo físico —cortando, enrollando y apilando el alambre, levantando los postes— mientras otros brindarían apoyo y documentarían el proceso.

El grupo se dividiría en cinco brigadas, cada una asignada a un tramo de los cinco kilómetros de cerca. Siempre existía la posibilidad de que aparecieran provocadores al servicio de quienes habían colocado la barrera, pero el plan era claro: desescalar cualquier conflicto y seguir trabajando. Esa posibilidad fue reducida gracias a la llegada de 11 unidades de la Guardia Nacional —alrededor de 66 efectivos en total— enviadas por el gobierno federal para mantener la paz.

Chávez lo resumió con precisión:

“Lo que vamos a hacer no es un acto de violencia ni de confrontación. Es un acto de restaurar la legalidad, de defender el territorio y de honrar tanto la memoria cultural del pueblo wixárika como el derecho de los ejidatarios a usar su tierra de manera colectiva.”

Cuando el convoy de camionetas partió hacia los campos en disputa, la estrategia estaba en marcha. Una línea de campesinos avanzaba con paso firme a lo largo del alambrado: unos arrancaban los postes del suelo rocoso, otros enrollaban las cuatro líneas de alambre de púas en haces ordenados. Era el tipo de trabajo que habían hecho toda su vida —pero esta vez, no estaban limpiando el terreno: lo estaban recuperando.

Al mediodía, los alambres y los postes yacían apilados en montones prolijos, listos para ser entregados a la custodia municipal. Los observadores no reportaron ningún conflicto; el trabajo se realizó con disciplina y contención. Como resumió más tarde Chávez:

“No sólo quitamos una cerca. Quitamos los muros que había entre nosotros.”

Esta nota da seguimiento a los reportajes anteriores de Barnett sobre la reciente designación de Wirikuta como Patrimonio Mundial de la UNESCO, y sobre la compleja lucha por proteger este desierto sagrado de las crecientes amenazas de la minería, la agroindustria y la extracción de agua.
🌎 Lee la primera parte de la serie en español:
👉 UNESCO y Wirikuta: ¿Qué sigue?

📖 Read the first part of the series:
👉 After UNESCO: What’s Next for the Wixárika Route to Wirikuta?

El avance legal

Los acontecimientos en Las Margaritas representaron mucho más que un conflicto local resuelto en el campo. Señalaron una nueva etapa en el enfoque de México hacia la justicia agraria —una en la que instituciones, campesinos y pueblos indígenas trabajan codo a codo para restaurar la legalidad en las tierras ejidales, bajo presión constante de la privatización.

“Derribar la cerca es derribar las púas que nos dividen”, dijo Marina Meza, de Sincronía Wirikuta, un colectivo de activistas que defienden el sitio sagrado.

Para Jonathan Noyola de la Procuraduría Agraria, el momento fue histórico porque, por una vez, las comunidades no solo estaban resistiendo el despojo, sino recuperando sus derechos.

“La mayoría de los movimientos sociales son movimientos de resistencia —resisten las fuerzas económicas que buscan quitarles la tierra, el agua, el medio ambiente—. Pero aquí la resistencia misma se fue a la ofensiva. El Comisariado Ejidal de Las Margaritas, acompañado por comunidades wixaritari, campesinos de otras regiones y movimientos ambientalistas, y bajo la protección y acompañamiento de las autoridades federales, llevó a cabo un acto de recuperación territorial. Eso sucede muy pocas veces, si es que alguna vez.”

Por su parte, la Dra. Beatriz Vera Castillo, quien coordina la red nacional de oficinas de representación de la Procuraduría Agraria, describió la acción como una reafirmación del sistema de propiedad social de México.

“Los ejidos y las comunidades agrarias son el corazón del país. Más de la mitad del territorio nacional está en sus manos —ahí están nuestros bosques, nuestra biodiversidad, nuestra cultura. Conservar la propiedad ejidatario no solo es importante para quienes viven aquí, sino para todos los mexicanos.”

Aunque no estuvo presente físicamente, Eduardo “Lalo” Guzmán, tesorero ejidal y uno de los defensores más persistentes del desierto, resumió más tarde el sentir de la comunidad:
“Llevamos más de tres años enfrentando intentos de parcelar nuestras tierras. Afortunadamente, de manera pacífica y coordinada, hemos logrado demostrar con estudios técnicos y científicos que estas tierras no pueden ser divididas. Hoy sentimos un gran alivio después de tanta tensión, y una enorme gratitud por todos los que nos acompañaron.”

Para Tunuari Chávez, asesor legal y técnico de los ejidatarios y de Sincronía Wirikuta —quien ayudó a dar forma a la estrategia legal de la jornada— el sentido era más simple:

“Cuando la ley y el corazón caminan del mismo lado, las cosas cambian.”

UNESCO, derechos indígenas y un asedio ambiental

La victoria en Las Margaritas resonó mucho más allá de los límites polvorientos del ejido. Apenas tres meses antes, la UNESCO había reconocido la ruta de peregrinación wixárika a través de Wirikuta como parte del patrimonio mundial de la humanidad: una salvaguarda simbólica para uno de los desiertos más sagrados y biodiversos del planeta. Pero mientras se celebraba la designación, las amenazas se multiplicaban: invernaderos industriales, concesiones mineras, extracción de agua y tierras cercadas que cortan corredores ceremoniales y ecológicos.

El día después de la acción de retiro de la cerca, mientras los voluntarios lavaban los últimos platos y recogían todo, apareció un arcoíris sobre la Sierra de Catorce —que muchos participantes interpretaron como una bendición por el trabajo bien hecho.

Mauricio Guzmán, antropólogo ambiental del Colegio de San Luis, quien trajo a sus estudiantes para observar los trabajos, dijo que la lucha resume un dilema nacional: el de la modernización frente al derecho a existir.

“Podría decirse que a partir de este caso hay una esperanza para que los derechos de las comunidades campesinas e indígenas sean respetados y resguardados. No estamos en una comunidad indígena aquí, pero las implicaciones son más amplias, porque los procesos de desarrollo y modernización no se van a detener en este país. Al contrario: lo que estamos viendo son carreteras, ferrocarriles, todo tipo de proyectos orientados a una integración territorial más profunda, y eso tendrá un impacto.

La pregunta es cómo hacerlo —¿cuáles serán las garantías?, ¿de qué manera las comunidades, incluso los ranchitos o los pueblos más pequeños, pueden sentirse incluidas en las decisiones que las afectan? Porque de eso se trata. No creo que el progreso signifique sacrificar a estas comunidades en nombre del desarrollo.

Quienes hemos compartido la defensa de un sitio sagrado sabemos lo que eso significa —sobre todo ahora que Wirikuta ha sido reconocido por la UNESCO como parte del patrimonio de los sitios sagrados—. Entonces, este caso queda como ejemplo.”

El actor Daniel Giménez Cacho, a la derecha, fue una figura destacada en el encuentro. Aunque no es indígena, ha sido desde hace mucho tiempo un aliado del pueblo wixárika en su lucha por defender sus tierras. Aquí entrega un vaso de agua a Jonathan Noyola, de la Procuraduría Agraria.

Daniel Giménez Cacho, el reconocido actor que desde hace años apoya la defensa de Wirikuta, enmarcó los acontecimientos no solo como un avance legal o cultural, sino como el reflejo de un nuevo orden cívico y moral, en el que funcionarios públicos y ciudadanos trabajan juntos por la justicia.

“Yo crecí en una cultura en la que los funcionarios públicos eran tus adversarios. Si intentabas acercarte, la pregunta siempre era: ‘¿Qué me quieres quitar?’

“Entonces, hoy, ver que los servidores públicos vienen aquí a hacer cumplir la ley —me conmovió profundamente. Un periodista me preguntó sobre las utopías, y le dije: ‘En México, que se cumpla la ley —esa es la utopía.’”

Más tarde agregó:

“Me siento muy orgulloso de vivir en México. Me da mucha tranquilidad saber que hay tanta gente defendiendo sus territorios —defendiendo el agua, defendiendo la tierra— en todo el país. Y es la gente que vive ahí, la que sabe cómo cuidarla y cómo defenderla. Eso me da mucha esperanza. Son tiempos muy duros —asesinan, encarcelan a los defensores—, pero la resistencia sigue.”

Juntas, estas voces dibujaron un panorama mayor: la lucha por Wirikuta no trata solo de una cerca o de un desierto, sino de redefinir la relación entre el territorio, la cultura y el Estado —una oportunidad para alinear la supervivencia ecológica, espiritual y democrática de México.

El camino por delante
Un camión lleno de campesinos de ejidos de toda la región llegó para mostrar su solidaridad y ofrecer su ayuda. Aquí, acababan de terminar la sección de la primera cerca que se les había asignado y se dirigían hacia la segunda.

Para el cierre del círculo el domingo, la tensión había dado paso a una celebración tranquila. Un grupo de aliados y amigos permaneció en la casa de Eduardo “Lalo” Guzmán, tesorero ejidal, campesino de subsistencia, y defensor del desierto desde hace décadas, aunque Guzmán se encontraba de gira en Europa junto con su pareja, Alhelí Pérez de la Vega de Sincronía Wirikuta, compartiendo la lucha con más potenciales aliados. Los niños jugaban, las mujeres calentaban el menudo preparado por las cocineras de la comunidad, y finalmente el grupo se reunió, como al principio, alrededor del fuego frente a la casa de Lalo.

Entre las muchas voces, destacó la de Ricardo Peralta, educador ambiental, coordinador de capacitación del Campamento Tlachtli y miembro de Sincronía Wirikuta, quien había estado al frente de la cocina móvil con precisión militar y expresó las esperanzas de muchos:

“Cada vez que vengo a Margaritas siento que vengo a mi casa. Me siento muy bien, muy contento de verlos, de ver que esto sigue caminando, y ver la energía que hay.

Lo que vimos estos días —esta sinergia de personas— es un mensaje muy claro para todo Wirikuta, para todo México. Es una muestra de cosas hermosas que se están logrando.

Van a pensar dos veces antes de volver a querer entrar a nuestro territorio, y eso hay que celebrarlo.

Hay que estar felices, muy felices, y saber que cuentan conmigo para lo que sea.

Por cada Margaritas, que haya diez, cien, mil Margaritas.

Que cada una de esas Margaritas tenga esa fuerza, esa energía, ese amor por la tierra, por la vida, por los pueblos, por los animales, por los cerros.

Estoy profundamente agradecido con todos y todas ustedes. Lo que lograron es histórico. Nadie había podido sentar a tantos actores en el mismo lugar —y ustedes, margariteños, lo lograron. Poca gente ha logrado tanto.”

Este artículo fue originalmente publicado en Mexico News Daily y es compartido aquí con autorización

Tracy L. Barnett

Desalambrado Ejido Las Margaritas Wirikuta


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