Historias ancestrales se encargan de dar continuidad y rumbo a la aventura humana en la Tierra, conectando a la comunidad con su sagrado centro, su ombligo divino. Para los hermanos y hermanas mayores Wixáritari, el desierto en el altiplano potosino de México conocido como Wirikuta, es el origen cósmico, el centro que fundamenta y ordena la ecología espiritual del mundo.
De Wirikuta emana la chispa de vida, el manantial que limpia, el viento que inspira, la tierra que nutre. Wirikuta es el manantial de dulce alegría que conduce la vida por los caminos de la conciencia. Wirikuta es el asiento de lo sagrado, de la belleza y entereza que hacen posible la existencia. Es en Wirikuta donde la antigua promesa de la vida se renueva y las historias que sirven de guía encuentran su profundo sustento.
Wirikuta está en grave peligro. La avaricia humana, cual insaciable fantasma hambriento, amenaza con llevar la ruina y destrucción al altiplano potosino en nombre del “progreso.” Esa tan equívoca tendencia, adoradora del dios dinero, baratamente dispuesta a vender la vida por unos pesos. ¿Venderías a tu madre al mejor postor? Tal confusión evoca frustración, inclusive resentimiento y aversión, pero los que saben dicen que es la amorosa disposición la que hace posible la evolución.
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Los Wixáritari nos convocan a acompañar su rezo, a rectificar rumbo y velar por lo sagrado en la Tierra, por lo sagrado en el corazón del humano. ¿Que sería de un pueblo, de una nación o de la familia humana entera sin sus historias de origen y destino último, sin sus lugares sagrados que nutren los más íntimos resquicios del alma? En tiempos de confusión colectiva, el amor a la vida se manifiesta también en sagrada protección.
La invitación a unirnos en rito y rezo a la renovación del mundo nos lleva a reclamar nuestro rol en la co-creación de un vibrante presente y un futuro floreciente. Es en esta profunda participación que el sueño de la Tierra surge y danza alrededor del fuego-corazón al centro de nuestra humanidad. Atrevámonos a trascender el congelamiento y apatía del mundo máquina para reconciliarnos con nuestra propia naturaleza, que no es más que la venerable naturaleza del mundo.
El sabernos y experimentarnos como el mundo nos conduce a participar activamente en la regeneración de lo vivo y lo esencial. Entreguémonos a la sagrada composta para que la ancestral sabiduría de la Tierra haga del sinsentido una ofrenda de mil colores para todo aquel que la necesite, siempre en servicio al Gran Espíritu. Démosle la bienvenida a la flor de la conciencia en el templo corazón.
El pueblo Wixárika, en representación del México profundo, nos despierta del trance de separación al hacer presente el ancestral llamado de vuelta a casa. Y es que lo ancestral no es algo viejo, sino aquello que irrumpe la linealidad del tiempo para hacer patente, aquí y ahora, la promesa de una profunda renovación a la luz de la conciencia.
Es en este tiempo, cuando la avaricia humana pareciera rebasar los límites, que el venado, el maíz y el frijol florecen desde el corazón del mundo para revitalizar nuestras raíces. Así, en íntima alianza con el origen sagrado de la existencia, el milagro ocurre. El espíritu humano, enaltecido por su alianza con el insondable origen de la existencia, respeta y celebra esta bendita Tierra.
Defendamos lo sagrado. Celebremos lo vivo. Protejamos Wirikuta. Hagamos parte de la renovación del mundo.
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